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Capítulo 23

La tarde le resulta bastante confusa cuando piensa en ello, pero hay algo que le llama la atención después de que cuelguen el teléfono.

"¡Esto es justo lo que me temía! Tan pronto como lo supiste..."

Se le queda grabado en la mente, un nuevo misterio. ¿De qué tenía miedo Mónica? ¿Y qué cree que sabe Vanesa?

Esa llamada telefónica es el comienzo de una nueva rutina para ellas. Todas las noches, sobre las diez, cuando Mónica suele irse a la cama, Vanesa recibe un mensaje de texto. Y si es lo bastante rápida -no está en la ducha o liada con el trabajo- y responde, recibe una llamada. Suele ser bastante breve, con la voz de Mónica suave y cansada.

—¿Cómo estás? ¿Te encuentras bien? –es siempre lo primero que sale de su boca, aunque Vanesa la haya visto antes ese mismo día. Y ella pondrá los ojos en blanco aunque se sienta tan jodidamente cuidada, como confirma.

—Estoy perfectamente bien. Mejor con el maquillaje ahora que nunca en mi vida. –Cuando Mónica se ríe, Vanesa jadea. —Sabía que te haría gracia en algún momento.

—Yo... no. –La risa se corta inmediatamente con indignación.

La conversación dura poco -tal vez diez minutos, tal vez veinte- antes de que Mónica bostece ampliamente y murmure. "Buenas noches, Vanesa".

Le encanta irse a la cama con la voz de Mónica en el oído. Lo único que puede hacer para controlarse es no esperar a que den las diez. Se obliga a sí misma a mantener sus rutinas normales; si tiene trabajo que terminar, no se permite tomarse un descanso. Pero... la mayoría de las veces se apresura a contestar.

No sabe a qué se refería Mónica cuando irrumpió en la casa, a qué le temía. Intenta preguntárselo unos días después del incidente, pero Mónica lo ignora con una risita nerviosa. "Nada. Ni siquiera lo sé".

No suena nada natural, sino más bien como si no quisiera hablar de ello. Así que Vanesa lo deja, aunque sigue en su mente. Nunca le han ido muy bien las preguntas sin respuesta.

***

Finalmente obtiene la respuesta el día de su cumpleaños. La verdad es que se le escapa de las manos porque el trabajo es una locura. El divorcio Laurens/Barclay avanza a buen ritmo, sus jefes están contentos y ya ha recibido algunas llamadas de otros bufetes para conocerla.

Es el momento. Es como si su carrera hubiera estado en el precipicio durante los últimos años y las cosas hubieran llegado finalmente al punto de inflexión. Es emocionante, aunque sea la más ajetreada de su vida.

Este año, sus planes de cumpleaños consisten en quedarse en la oficina al menos hasta las nueve. Está pensando en qué pedir para comer -sólo son las cuatro y cuarenta y cinco, pero ha trabajado hasta la hora de comer-cuando suena el teléfono de su oficina.

—Martín.

—Carrillo. –La voz de Mónica responde, su tono burlonamente serio. Vanesa siente que una sonrisa se dibuja en sus labios mientras pone los ojos en blanco.

—No te burles de mi voz de negocios. Eres tú quien me ha llamado al teléfono del trabajo. –No se da cuenta hasta que pronuncia las palabras. Frunce el ceño, preocupada. —¿Por qué me has llamado al teléfono del trabajo? ¿Va todo bien?

—Está todo bien... está todo bien.. . Abbie, ¿crees que todo está bien?

—¡No! –La voz de Abbie llega fuerte y clara, pero es un sonido alegre, como la voz de Mónica es ligera.

Cuando menos te lo esperasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora