6. Problemas en el paraíso

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— ¿Amor, se puede saber qué te pasa? —preguntó Sofía preocupada, poniendo suavemente una mano sobre su muslo y con el otro le rodeó. Le dio un pequeño apretón, un gesto cargado de ternura y preocupación.

Juanjo la miró, tenía una expresión tranquila, aunque se veía algo inquieta ante el estado de ánimo del maño. Trató de reconfortarle como si el mundo fuera un lugar seguro entre sus brazos, pero Juanjo no lo sentía así. Al contrario, cada día que pasaba a su lado, algo dentro de él se tensaba más, como una cuerda que estaba a punto de romperse.

"¿Por qué ya no se siente tan cómodo como en la academia?", se preguntaba en silencio, sin atreverse a mirar a los ojos de la chica que el mundo había decidido que era su pareja perfecta.

—Nada, ¿qué me va a pasar a mí? Estoy como siempre—respondió Juanjo tratando de sonar despreocupado, aunque la realidad era muy distinta y una risa nerviosa se le escapó.

Denna y Álvaro, sentados justo enfrente, intercambiaron miradas cómplices, como si conocieran todos sus males.

—Hoy estás muy calladito—le dijo el sevillano con sorna, y Juanjo le fulminó con la mirada, queriendo matar a sus amigos en ese mismo instante.

—Estaba preocupado por si me caigo esquiando. No quiero empezar la gira con una pierna partida—trató de justificar, y al parecer funcionó porque Sofía rio a su lado.

—Ay con la mala suerte que tienes tú para los golpes, pobrecico mío. Esperemos que no pase.

—Pues sería muy gracioso la verdad—intervino Ruslana incorporándose desde su asiento, justo detrás del de los cuatro.

—Ahora que lo dices... sería gracioso verte bailar SloMo con la pierna partida—le respondió fingiendo un enfado.

—Ni de coña vamos, con lo bueno que está el nuevo bailarín SloMo se hace—sentenció segura de sí misma y luego añadió una sonrisa socarrona— además Vicky me dijo que seguramente me cogería él en el dance break—dijo emocionada imaginándoselo y Juanjo bufó por lo bajo, haciendo que Álvaro casi se atragantarse con el agua que estaba bebiendo.

—Tampoco es para tanto, y además parece un borde de mucho cuidado, ojalá no se hubiese ido Leire—dijo Juanjo recordando aún su última interacción. No podía creer que todo hubiese terminado así, sobre todo después de lo que había pasado entre ellos.

—Pues a mí me pareció guapísimo, ese bigote...— comentó Álvaro y si las miradas tuviesen la capacidad de matar a las personas, el sevillano ya estaría muerto.

—Madre mía chicos, todos babeando por el mismo chico, tenéis las hormonas revolucionadas—dijo la maña riendo—Menos mal que yo tengo a mi agaporni—Juanjo sintió un nudo en la garganta y fue incapaz de unirse a su risa. 

El viaje hasta Andorra trascurrió demasiado lento para el gusto del maño. Últimamente no se encontraba muy cómodo al lado de Sofía, no desde que habían salido de la academia. La vorágine de fans que querían saber a diario qué hacían y si seguían juntos las veinticuatro horas del día le estaba sobrepasando. Aunque entendía el porqué, tras tres meses en los que sus vidas habían sido un espectáculo constante, la presión se hacía pesada.

Una vez llegaron a la estación de esquí después de haber cogido un autobús durante un par de horas más, Juanjo buscó la habitación que había reservado con Sofía y nada más entrar se echó a la cama exhausto.

— ¿Seguro qué estás bien? Llevas todo el viaje callado Juanjo —preguntó Sofía, acercándose a él y subiendo una de sus piernas sobre las de él mientras lo abrazaba con ternura.

—Sí... Solo estoy un poco estresado. Aún no me acostumbro a esta nueva vida eso es todo. A veces... Me sobrepasa.

—Bueno, ya sabes que no tienes que cargar ese peso tú solo, estamos juntos en esto——le aseguró Sofía, dándole un suave beso en la frente mientras lo acunaba en sus brazos. Juanjo respondió al abrazo, sintiéndose un poco más aliviado.

Lo que no ves de mí - JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora