Debían ser como las tres de la tarde y tanto Juanjo como Sofía habían perdido la cuenta de las cervezas que llevaban. Tras haber encontrado las llaves entraron en la casa y conectaron los altavoces de la televisión al móvil de la maña de modo que la música había inundado la casa sin receso alguno.
Juanjo aprovechó que Sofía había ido al baño para entrar en Instagram, ni si quiera sabía por qué lo había hecho cuando se suponía que el plan de ese día consistía en dejar de lado todo aquello que les preocupaba en relación a las redes sociales. Sin embargo, antes de poder cerrar la aplicación vio que el vasco había subido una historia y no se pudo contener. Necesitó un par de segundos y varios tragos de cerveza para serenarse antes de abrir aquella fotografía y cuando lo hizo se sintió como un completo masoquista. En aquella foto, aparecía un chico al que no había visto en toda su vida sonriendo mientras comía un chocolate con churros, lo había etiquetado y tras un par de minutos observado aquella imagen en la que ni si quiera salía Martin terminó por abrir pinchar en el nombre de aquel desconocido para ver si alguien de su entorno lo seguía. Para su sorpresa los únicos usuarios que le parecían conocer eran el propio vasco y Ruslana.
Juanjo no entendía nada, ¿quién era aquel chico?, ¿por qué después de tantos días sin interacción en aquella red social, lo primero que había subido había sido eso? Sin embargo, trató de mantener la cabeza fría, pese a que el alcohol entumecía su mente. Tras la conversación que mantuvieron con Chiara y Ruslana durante la comida del día anterior, a la menorquina se le había ocurrido que quizás si Martin daba a entender que ya estaba con alguien, le dejarían en paz. Se obligó a pensar que ese era el motivo, aunque eso no significaba que su corazón doliese menos pues los pensamientos intrusivos de que pudiese ser algo más que una fachada lo reconcomían.
—Eres un tramposo, habíamos quedado que nada de redes—dijo Sofía mientras cogía su móvil y lo apagaba, siendo consciente de qué era lo que le había quitado el buen humor a su amigo. A continuación, se dirigió a la mochila que había traído consigo y sacó una pequeña bolsa de plástico y un par de papeles de liar. —Sé que no te va mucho, pero después de ver el panorama de esta semana no me pude contener en pillar un poco, ¿te apetece? —dijo mientras sacaba la hierba del chivato y con maña se ponía a liar un porro.
—No sabía que fumabas—le respondió Juanjo sorprendido y Sofía asintió avergonzada.
—Solo de vez en cuando. A veces viene bien para relajarse y evadirse—dijo mientras lo prendía y tomaba una larga calada.
—Anda no lo acapares—se quejó Juanjo y Sofía rio mientras se lo pasaba.
La primera calada que dio Juanjo aquel día le quemó los pulmones y no pudo evitar toser durante un par de minutos, pero conforme fue pasando el tiempo se fue acostumbrando a aquella sensación y para cuándo se estaban terminando el porro, el maño ya notaba la sensación de calma en su interior. Se sentía flotando como en una nube, el ambiente de la casa vacía y la música de fondo lo relajaba en gran medida. Los problemas que siempre le oprimían el pecho se fueron haciendo más y más pequeños y solo pudo centrarse en el aquí y el ahora, en cómo Sofía se movía al ritmo de la canción que sonaba, en lo suave que era el terciopelo de aquel sofá viejo o en lo mucho que le apetecía hacerse un cubata de ginebra con limón.
Las horas fueron pasando, y las litronas de cerveza y las primeras botellas terminaban por quedarse olvidadas sobre la repisa de la cocina ya completamente vacías. La calma que los había inundado tras haber fumado, se trasformó en euforia tras haberse mezclado con alcohol y tras los primeros cubatas, llegaron los chupitos de tequila. Ninguno de los dos era consciente de la hora que era, simplemente estaban disfrutando de su mutua compañía ajenos al mundo exterior.
Juanjo saltaba eufórico al ritmo de una canción que no conocía, pero eso no le impedía disfrutarla. Gritaba intentando atinar las palabras que sonaban en el estribillo mientras se dejaba perder en el mar de sensaciones que estaba experimentando. De pronto el vasco se coló en sus pensamientos sin si quiera haberlo visto venir, deseó que estuviese a su lado disfrutando de las sensaciones que estaba experimentando, deseó que bailase a su lado muy pegado. Y eso le trasportó a aquellos primeros encuentros que habían tenido, donde las sensaciones físicas más maravillosas lo habían dejado completamente prendado. ¿Dónde había quedado todo aquello? Deseó volver a esos momentos, en los que ni él ni Martin se preocupaban simplemente se dejaban fluir, pero también deseó quedarse con el tiempo que había pasado con él. Con la forma en la que sin que ninguno se hubiese dado cuenta la confianza que habían adquirido respecto al otro se había afianzado, ¿dónde habían quedado esas bromas y piques que lo volvían loco?, ¿dónde habían quedado esas caricias que Martin le había dado en completo silencio en aquel campo de Magallón haciendo que se sintiese en casa? ¿y las miradas cómplices?
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Lo que no ves de mí - Juantin
FanfictionDonde Juanjo es un cantante emergente gracias a su éxito en uno de los programas de canto más importantes del país. Sin embargo, su paso por el programa no ha sido del todo honesto y su perfecto mundo tejido milímetro a milímetro se verá alterado al...