8. Nuevos comienzos

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Martin se separó de Juanjo dejando un leve suspiro. No tenía ni idea de que hora era, ni a qué hora habían llegado al piso, había perdido la noción del tiempo, y sin embargo, veía los primeros rayos de luz entrando por la ventana de la habitación del maño.

Notaba su cuerpo cansado, por la fiesta pero especialmente por lo que habían estado haciendo durante horas. Pese a ello, se obligó a levantarse de la cama sin haber abierto aún la boca y a colocarse lentamente la ropa. Por su parte, Juanjo no estaba mejor, seguía respirando con fuerza intentando calmar las pulsaciones de su acelerado corazón mientras observaba a Martin ponerse los pantalones como si de un cuadro costumbrista se tratase. En ese momento, le pareció la imagen más bella que había visto en mucho tiempo, los rayos de sol que se colaban por su ventana iluminaban directamente el perfecto torso del vasco, dándole a su cara un juego de luces y sombras que agudizaba sus facciones y hacía que se viese peligrosamente sexy.

El chico había permanecido ajeno al repaso visual que le había dado Juanjo, y cuando estuvo completamente listo para irse e iba a despedirse, el maño abrió la boca por primera vez, Martin no recordaba si lo había visto alguna vez durante tanto tiempo callado.

-¿Quieres hablar de lo de Sofía? Puedo explicártelo, explicártelo de verdad. Sin gritos ni insultos-dijo con voz suave tratando de tantear el terreno y ver cómo se lo tomaba Martin.

-¿Juanjo Bona hablando sin alterarse?

-Solo quiero arreglar las cosas. Vamos a tener que compartir mucho tiempo juntos con esto de la gira y no quiero situaciones incómodas contigo, además me gustaría evitar cualquier desliz como el de esta noche-dijo haciendo referencia a cuando habían estado peleando fuera de la discoteca, sin embargo Martin no lo entendió así.

-¿Ósea que ahora soy un desliz? -contestó riendo irónicamente -¿Por qué siempre haces lo mismo, tenemos un sexo de puta madre y luego me vienes con advertencias, si no confías en mí Juanjo como para guardarte tus mierdas de secretos, no folles conmigo. Es así de simple.

Martin deseaba salir de la habitación, terminar la conversación y olvidarse de Juanjo. De su pelo, de su olor, de sus pestañas, de sus labios... Sin embargo, se quedó clavado en su sitio observando cada detalle del rostro confundido del maño quien todavía permanecía recostado sobre el cabecero de la cama en todo su esplendor. Y pese a que quería enfadarse con él, había una especie de hilo invisible que lo atraía más y más hacia el maño.

-Martin confío en ti, ¿por qué siempre tienes que entenderlo todo al revés? El desliz no ha sido que hayamos follado otra vez-se pasó una mano por el pelo y sonrió al chico-me refería a la discusión en la discoteca.

-Oh-esa fue la única contestación que pudo darle el vasco y provocó la risa en el otro.

Juanjo se incorporó y se puso rápidamente algo de ropa y cuando hubo terminado tomó de la mano a Martin y lo atrajo hacia la cama para que se sentase enfrente suyo. El joven no dijo nada, esperó a que Juanjo tomase las riendas de la conversación y trató de no alterarse, pues se dio cuenta de que al maño le costaba reprimir su mal genio y estaba haciendo verdaderos esfuerzos para ello, así que se prometió hacer lo mismo.

-Quiero que sepas que si no confiase en ti no te lo contaría... Solo lo saben Álvaro y Denna, nadie más. Bueno la cosa es que ayer te dije que lo de Sofía era una relación falsa. A ver cómo te explico esto sin que suene mal y creas que soy una horrible persona...-parecía cavilar más consigo mismo que estar hablándole a Martin. Juanjo estaba muy nervioso y movía las manos jugueteando con la sábana mientras dirigía la mirada de un lado a otro de la habitación, incapaz de mantenerla fija en Martin.

Martin esperó a que se tranquilizase, le daba la impresión de que si trataba de acercarse a él en este momento no se lo iba a tomar bien, así que contuvo las ganas que tenía de sujetarle las mejillas con sus manos y que así hubiese contacto visual. En lugar de eso, se limitó a poner la mano durante un instante en su rodilla y darle un ligero apretón de ánimo.

Lo que no ves de mí - JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora