5. Entre la espada y la pared

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Eran las seis y media de la mañana cuando el vasco se levantó de la cama todavía medio dormido. No le molestaba levantarse tan pronto, puesto que era precisamente en estos momentos cuando podía respirar paz en el piso en el que vivía. Si bien todo seguía siendo un completo desorden, al menos no se topaba con ninguno de sus compañeros pues todos llegaban un par de horas antes de las fiestas a las que iban todos los días y ya se encontraban durmiendo la mona o incluso algunos ni siquiera habían llegado todavía.

Cuando el sueño se disipó los nervios comenzaron a asentarse en el estómago del vasco. No sabía que pasaría ese día en el estudio de baile, pues Vicky no le había explicado para qué exactamente le convocaba aunque una voz en su interior le decía que no iba a volver a su puesto de aspirante, no creía que Rafa diese su brazo a torcer después del considerable enfado que tuvo con él. Martin preparó su desayuno habitual con parsimonia pues hoy contaba con algo más de tiempo para llegar al estudio de baile y tras terminar de arreglarse puso rumbo al metro el cual ya se había convertido en una especie de segunda casa, pues pasaba más horas al día en los vagones de este que en su propio piso.

Aprovechó el viaje para reflexionar sobre los acontecimientos de los últimos días. El shock por descubrir que se había acostado, no una sino dos veces con un chico que no solo era famoso, sino que además tenía una relación perfecta y completamente pública seguía allí. No es que le molestara que Juanjo se acostase con más gente, al fin y al cabo solo habían tenido un par de encuentros esporádicos y ya está, pero no entraba en sus planes meterse en medio de una relación. Siempre había criticado a ese tipo de personas, y sin embargo se había visto envuelto en todo ello sin quererlo si quiera. Estaba cabreado con el maño por haber escondido la verdad, sin duda si lo hubiese sabido no habría hecho nada por mucho que el chico le pusiese. La noche anterior había estado dándole vueltas al hecho de escribir a Sofía, al parecer la novia de Juanjo, para contarle todo lo sucedido, pues se sentía extremadamente culpable y asqueado consigo mismo y sin embargo no había tenido fuerzas para hacerlo. Al final la pareja eran unos completos desconocidos para Martin y nunca se había visto en una situación similar y no sabía muy bien cómo afrontarla.

Cuando se quiso dar cuenta había llegado a la parada que estaba al lado del estudio donde lo habían citado y se encontró entrando por la puerta con el corazón en un puño por lo que podía pasar a continuación. Estaba dirigiéndose a la sala donde había estado el día anterior quitándose la frustración mientras bailaba cuando se topó con Rafa y sintió que su corazón se estremecía.

-¿Cómo tú por aquí? Pensaba que te había dejado bastante claro que ya no eras un aspirante.

-Yo...-musitó pero tanto el tono de voz que el hombre había empleado como su ceño fruncido le hicieron estremecerse y convertirse en un pequeño manojo de nervios. Trató de relajarse cuando vio que Rafa se reía ante su comportamiento y buscó la confianza en sí mismo que solía tener cuando este no estaba cerca-Me dijo Vicky Gómez que viniese hoy, de hecho, tengo que irme. No quiero llegar tarde-dijo encontrando la voz como pudo y dejando al otro con la palabra en la boca para marcharse con paso apresurado.

Tras llegar a la sala se encontró con un grupo de chicos y chicas de aproximadamente su edad. Algunos debían ser más mayores, pero como mucho rozarían los veinti pocos.

-Hola-saludó un poco confuso, no esperaba encontrar a tanta gente allí y al parecer el grupo tampoco le esperaba. Sin embargo estos le devolvieron el saludo y algunos hasta le ofrecieron un par de sonrisas-yo... Soy Martin.

Tras presentarse un chico se acercó a él. A Martin le pareció extremadamente hermoso, tenía el pelo oscuro rapado a ambos lados y un tupé, además su sonrisa le tranquilizó de alguna manera parecía amable. Al igual que él llevaba bigote, pero el resto de su cara permanecía perfectamente pulcra sin un solo pelo en la barba y en sus orejas adornaban cientos de piercings.

Lo que no ves de mí - JuantinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora