Lo que no ves de mí - Juantin

17. Una segunda casa

Los nervios reconcomían a Martin mientras se abrochaba el cinturón. ¿Qué hacía allí?, ¿por qué había tenido que aceptar aquella repentina propuesta? Solo había una respuesta correcta y era que era incapaz de negarle nada a Juanjo, especialmente con su tierna abuela delante insistiendo. Así que se encontraba en el coche de su madre con toda la familia al completo a excepción de su hermano que tras el concierto había aprovechado para ver a unos amigos de Zaragoza y llegaría a Magallón a la mañana siguiente. Juanjo parloteaba con su madre y su abuela desde el asiento del copiloto, se veía a leguas lo emocionado que estaba por haber cantado en su tierra, frente a los suyos. De vez en cuando alguien le preguntaba algo a Martin que respondía nervioso, pero con aquella amabilidad y calma que lo caracterizaba.

Juanjo padre, se encontraba sentado a su lado y ambos permanecían callados y en cierto modo un poco incómodos pues no sabían que hacer para romper el silencio. En alguna ocasión el hombre le había preguntado lo básico, de dónde era y cómo había terminado como bailarín en la gira de Operación Triunfo con lo joven que parecía. Sin embargo, ninguno de los padres de Juanjo le había puesto pega alguna por qué se quedase lo que quedaba el fin de semana en su casa, aunque sí que se habían sorprendido en gran medida ante aquella propuesta, pero supusieron que Martin y Juanjo eran buenos amigos.

Cuando llegaron a Magallón ya era bien entrada la madrugada y la tranquilidad se respiraba en el ambiente. Dejaron a la abuela de Juanjo en su casa y luego pusieron rumbo a la suya, se notaba que la emoción ya había disminuido y todos estaban agotados, por lo que tras bajar del coche Juanjo le guió hasta su habitación tras hacerle un pequeño housetour y le dijo que se pusiese cómodo.

—Juanjo, te traigo sábanas limpias para que las pongáis en la otra cama—dijo Nieves entrando tímidamente a la habitación.

—Gracias—murmuró Martin, mientras cogía las sábanas al tiempo que él maño sacaba la otra cama de debajo de la suya y la terminaba de montar.

—Buenas noches chicos, descansad. Mañana vendrán los tíos y la abuela a comer, así que Juanjo no te levantes a las dos que nos conocemos.

Cuando Nieves salió de la habitación, Martin observó a Juanjo que ya estaba colocando las sábanas.

—Dios, que vergüenza —susurró provocando que el maño se girase hacia él.

—No sabía que habría comida familiar, lo siento mucho... Puedo decirle a mi madre que lo posponga para la semana que viene y así no pasas por eso—le respondió Juanjo un poco avergonzado, si tan solo su familia supiese la verdad... Pero ahora tendría que fingir que había traído a un amigo a su casa a pasar el fin de semana mientras todos le preguntaban por su novia.

—No creo que a tu madre le haga mucha gracia, puedo irme a comer por ahí y luego nos vemos.

—Ni se te ocurra, eres mi invitado, ¿cómo voy a dejarte solo por ahí comiendo? Además, tienes que probar la comida de mi madre, te va a encantar.

Martin le ofreció una sonrisa nerviosa y Juanjo se acercó a él para darle un abrazo.

—Si es muy incómodo nos vamos pronto con cualquier excusa y listo —le dijo mientras le daba un beso en la coronilla y Martin de nuevo sintió las mariposas revolotear en su estómago, pero terminó asintiendo no muy convencido. —¿Quieres hablar lo del concierto? —le preguntó indeciso cuando se separaron.

—Si no estás muy cansado...

—Lo estoy, pero prefiero dejar las cosas arregladas cuanto antes. Siento mucho si te ha molestado.

—Solo quería saber por qué lo hiciste.

—Pues no lo sé, supongo que me apetecía y no le di más vueltas, pero te prometo que no era nada enserio... Quiero decir, estábamos en Unholy y la canción requería que fuese un putiferio y eras quien estaba más cerca en ese momento.