XXVI

33 2 0
                                    

Era una de esas noches en las que el frío calaba hasta los huesos, y la nieve cubría parcialmente su vista, y aunque estaba resguardado en el ambiente cálido de la camioneta, no podía evitar soltar baho cada vez que suspiraba al sentir un gran pesar en su corazón.

Aquella mirada de dragón que le caracterizaba, estaba llena de celos- aunque jamás lo admitiría- su trabajo era cuidar de aquel pálido, nada más. Tenía estrictamente prohibido entablar cualquier relación con él, sin embargo, le fue inevitable ir conociéndolo profundamente, y que con cada día que pasaba inevitablemente aprendía algo nuevo de él, y comprobaba que ante sus ojos, el pelinegro era perfecto.

Tan perfecto, que quería ser quien le sostuviera entre sus brazos, resguardarlo de los demás y ser quien admirara su rostro día tras día. Cada vez le era más complicado el repetirse que tenía que ser imposible cortar aquella distancia que debía haber entre ellos, aquella en la que su presencia debía pasar desapercibida, y que bajo ningún motivo podía ir y alejar a aquella petisa mujer de la extrema cercanía que tenía con el apuesto médico.

Porque tenía órdenes estrictas; "no entablar contacto con el objetivo, amenos de alguna señal de alerta".

Para este punto, Kim Namjoon por primera vez en toda su vida, estaba conciderando desobedecer a su más sagrada forma de autoridad. Y todo debido al dueño de sus fantasías; aquel al que debía proteger a distancia; el joven Seokjin.

Nunca espero que el preciado hermano del Joven Sanders, sería el mismo chico lindo que se había adueñado de sus pensamientos aquella mañana. Por lo que grande fue su sorpresa cuando este le pidió con tanta devoción, si podría cuidarle de vez en cuando, llevándole información acerca de su condición a su actual nuevo jefe.

Y hubiera seguido divagando en su mente, si unos ligeros toques en su ventana no le hubieran sorprendido. Rápidamente se giró mientras colocaba una mano cerca de su arma, para después relajarse rápidamente cuando cayó en cuenta de que su objetivo se encontraba justo afuera.

¿Podrías abrir la ventana? —si no hubiera sido por que el pálido gritó aquello, ni siquiera hubiera podido entenderle.

Sin embargo, decidió no abrir la ventana, sino salir del auto, intentando ocultar su nerviosismo. Y gracias a la cercanía que aquel chico tenía a su auto, al momento en que estuvo frente a él, pudo percatarse de la manera tan profunda en la que estaba siendo observado, el como su cuerpo tiritaba debido al frío, sus mejillas rojas (no sabía si de vergüenza o igualmente por el clima).

—Sabía que eras tú, ¿de verdad creíste que no me daría cuenta de tus constantes visitas? —y aunque podía escuchar el leve temblor en su voz, no pudo evitar sonreír de medio lado, al reconocer que el Joven Sanders compartía ese carácter fuerte con su hermano.

—Efectivamente, esperaba que no notaras mi presencia. —fue sincero, mientras cruzaba sus brazos y se recargaba ligeramente en su auto.

—Podría acusarte de acoso, llevas semanas siguiéndome.— ni siquiera tuvo que esperar a saber desde cuando había sido descubierto, pues para su sorpresa, esta vez no había sido tan ágil como siempre lo era.

—¿Y por qué no lo haces? O mejor dicho, ¿por qué no lo hiciste desde que me descubriste?—murmuró inexpresivo.

—Por qué me intrigas. —dijo dando un paso al frente.

—Mantén tu distancia, porque el sentimiento no es mutuo, tengo mis motivos para estar cerca, pero no me mal interpretes, solo cumplo mi deber—mintió descaradamente. Estaba acostumbrado, marcar sus límites, le recordaban que no era más que un peón, y que solo debía cumplir su función.

—Tus ojos no me engañan, pero tu puedes mentirte todo lo que quieras. Solo llámame la próxima vez que vengas, así no parecerás un acosador. —murmuró mientras delicadamente guardaba una tarjeta de presentación en su saco, para después giñarle un ojo antes de retirarse.

Se quedó anonadado mientras observaba como aquel apuesto hombre estaba cada vez más lejos de él, quería mirar el número y memorizarlo, quería tomar su teléfono y tal vez entablar conversaciones con él, quería gritar su nombre y evitar que este siguiera alejándose, pero debía recordarse a sí mismo que solo estaba trabajando, y que por ningún motivo podía dejarse llevar, así que simplemente sin mirar la tarjeta, la hizo trizas antes de volver al interior de su vehículo.

[...]

No podía permitirse ser descubierto, y desgraciadamente había tardado demasiado tiempo en notar su presencia, no sabía exactamente desde cuando, sin embargo, la reacción de aquel hombre le había confirmado que llevaba semanas siguiéndole, y si no hubiera sido por Jisoo, ni siquiera habría podido ver aquella camioneta entre la neblina del invierno.

Él conocía a ese hombre, tal vez a primera vista no lo había notado, pero ahora no cabía duda de que aquel moreno era nada más y nada menos; que RM, o "royal murder"como también era conocido, el más grande asesino de Corea del Sur, y el principal hombre de Jeon Jungkook.
Se decía que si aquel chico te tenía en la mira, era por el simple hecho de que tu vida ya tenía fecha de vencimiento.

Las dudas lo estaban carcomiendo, ¿cómo era posible que Jungkook lo haya encontrado antes?, estaba seguro de que no había hecho aún nada sospechoso. Pero no podía dejar que nadie supiera lo que estaba planeando, por lo que no desaprovecharía esta oportunidad.

Haría lo que fuera necesario para poder asesinar al líder de la mafia.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝙴𝚅𝙴𝙽 𝙸𝙵 𝙸 𝙳𝙸𝙴 | 𝙺𝙾𝙾𝙺𝚅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora