"Todo puede cambiar tan repentinamente; que llega un punto en el que no sabes si temer por tu vida, o entregársela al mejor postor... incluso si este es un asesino"
*
Taehyung solo quería fumar su tradicional cigarro durante su descanso, la noche h...
Nota: este capítulo se ubica en el día del tiroteo.
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Su cuerpo estaba lleno de pintura, amaba el arte, sin embargo, detestaba la parte en la que su cuerpo se ensuciaba, pues perdía tiempo yendo a los baños a limpiarse antes de tomar el resto de sus clases.
Por lo que ahora caminaba desganado por los pasillos, cuando vio a lo lejos como sus compañeros de clase corrían aparentemente asustados, y cuando estaba cerca de ir hacia la misma dirección, sintió una mano jalándolo justo al mismo pasillo por el que había llegado.
Sorprendido, miró a la persona que había tirado de su cuerpo tan rápido, descubriendo el rostro cercano de aquel apuesto joven que había llegado con su hermana esa mañana.
—Quédate en silencio, hay un tiroteo. ¿Sabes en qué parte se encuentra la señorita Sanders? —podía notar su voz preocupada, sin embargo, no dejaba de proteger su cuerpo de aquel pasillo. Notando hasta ese momento el estruendo de balas impactándose en los casilleros a su alrededor.
—Sí, es justo en el segundo piso de este edificio. — hizo un increíble esfuerzo tratando de no tartamudear.
—Bien, gracias. Ahora ve en sentido contrario, resguárdate en los baños y no salgas de ahí por ningún motivo. —susurró tomándole por los hombros, mientras miraba en dirección del pasillo por el que la gente estaba huyendo.
Sabía que no tenía que pensar en lo atractivo que ese pelinegro lucia, pero le era difícil no notarlo, por lo que inconscientemente tomó su mano.
—Iré contigo, no sé que es lo que está pasando, pero si están buscando a Taehyung, no puedo simplemente quedarme aquí.— no sabía cómo era posible que semejante barbaridad haya salido de su boca, pero no mentiría, y si eso significaba pasar algún tiempo más junto a él, bueno, tomaría el riesgo.
El pelinegro le miró seriamente, él estaba seguro de que le rechazaría, y que probablemente lo golpearía si le seguía. Nunca esperó que el pelinegro sacara una pequeña arma con silenciador de su bolsillo y la extendiera en su dirección.
—Bien, pero no vas a estorbarme. Te daré esto y solo la usarás como último recurso si yo no puedo protegerte, mi nombre es Yeonjun —dijo mientras le daba la espalda— Mantente cerca de mí.
Sus manos sudaban y a duras penas podía sostener sin problemas el arma, pero es que sus manos estaban hechas para hacer arte, para sostener un cincel o un pincel, no una jodida pistola. Sin embargo, decidió que no era momento de mantener sus pensamientos en esto, tenía que enfocarse y no dejarse consumir por el miedo.
Ambos decidieron ir por las escaleras, y tal vez debió esperar que los pistoleros también lo hubieran hecho, pero no pudo evitar sorprenderse cuando a medio camino escuchó las voces de un grupo de hombres. Rápidamente miró en dirección de Yeonjun y este simplemente le hizo un gesto para hacer silencio.
