𝑴𝒚 𝑩𝒆𝒂𝒖𝒕𝒊𝒇𝒖𝒍 𝑳𝒂𝒅𝒚 | 𝐉𝐄𝐑𝐑𝐘 𝐁𝐀𝐘𝐍𝐀𝐑𝐃

XXXIII┇Kisses, hot kisses

__________ miraba una y otra vez a Jerry sin poder concentrarse. Él explicaba atentamente a sus alumnos sin darse cuenta de que los ojos de su amada no le habían sacado la atención en toda la tarde. Pero tenía una buena razón para ello: lo analizaba. Analizaba sus movimientos, articulaciones, sus facciones, su voz, su acento, la forma en la que sus pupilas se dilataban y sus ojos recorrían las cosas. Observaba sus manos inquietas, y las venas que sobresalían de su fuerte brazo y de alguna modo le daban un toque sensual que antes no había notado. En verdad, no había notado muchas cosas. No había notado que cuando Jerry se concentraba en algo lo demás no importaba (y tal vez nunca se dio cuenta de eso porque por lo general ella era ese algo en lo que Jerry se concentraba, y cuando uno es ese algo nunca se da cuenta); ni tampoco que solía relamerse mucho los labios, porque eran bastante secos. Cuando lo hacía su corazón latía fuerte y sentía una solemne ola de calor, y le daban ganas de dejar algunos besos en sus labios y tal vez así no estuvieran tan secos. Más tarde, mucho tiempo después, admitiría que era porque porque los labios húmedos de Jerry era lo único que ella quería sentir, pero en ese momento no lo sabía ni ella misma, ni él.

También notó otros detalles: cómo que movía sus muñecas como un tic involuntario, y siempre que podía remangaba la camisa que tenía puesta por debajo del antebrazo. Era...

«Es un poco sexy, sí. ¿Pero y qué? ¿Eso significa que estoy enamorada?»

En la charla con su madre tres días antes hubo muchas preguntas. ¿Cómo sé que estoy enamorada? Fue una de ellas.

«Muchas veces no lo sabemos hasta que es muy tarde porque en realidad no nos fijamos en nuestros propios sentimientos, pero si eres inteligente, y sé que lo eres, sabrás verlos. Los detalles pequeños se vuelven más visibles: si tiene lunares, marcas, mañas, comportamientos. Todo puedes verlo. Los demás no podrían aunque lo intentaran porque estarían viendo algo liso, en cambio, el ojo del enamorado ve de forma trasparente a la otra persona. Sabe buscar los detalles por más difíciles que sean. A veces cuando descubres esos detalles, lo hacen ver más lindo. Tal vez alguna parte de su cuerpo te parezca sexy («¡Ay mamá, no digas esas palabras!» había gritado __________). ¡Ay, ya estás grande para hablar de esas cosas, no eres una niña! Continúo. Incluso cosas tan simples como el brazo, el cuello, te pueden parecer sumamente atractivos, y tienes que estar preparada para eso.»

__________ estaba poniendo a prueba aquello mientras veía a Jerry, y le sorprendió todo. Antes veía a Jerry de forma lisa, pero ahora era tan trasparente como el agua clara del lago. Eso le ponía los pelos de punta.

«Sientes algo que nunca habías sentido, ni con tus amigos, ni padres, ni hermanos. Es una nueva sensación, algo que cuesta explicar, y lo sé porqué así fue con tu padre, más o menos. Esas sensaciones superan todo lo que antes habías vivido, porque no es algo que hayas vivido, claro está. Te sientes diferente y todo a tu al rededor cobra un sentido muy distinto al de antes.»

¿Ella sentía algo distinto? Bueno, creyó notar algunos días atrás que su comportamiento estaba cambiando, pero muy, muy, muy ligeramente. Pero todo lo adjudicaba al hecho de que era una adolescente, y su mamá le había dicho que los adolescentes eran así, muy cambiantes.

Luego Eliza dijo, según lo que __________ recordaba, algo así como: «Pasas más tiempo pensando en esa persona del que lo ves en frente. Es muy común perderte en tus pensamientos, tal vez pensando en su sonrisa, o en su voz, o en algún momento que compartiste con él. Tal vez por lo que te hizo sentir en ese momento, o bueno, no lo sé, eso varía mucho». Y eso plantó muchas dudas en su hija, pero la principal era ¿Cuánto tiempo pasaba, desde que conoció al granjero francés, pensando en él? Por odio, por un leve cariño, pero siempre se las ingeniaba para tenerlo en su cabeza, quisiera o no, eso era innegable.