XXVII┇Dandelion

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Habían pasado algunos días desde la obra, tal vez unas dos semanas y tres días. Para ese momento __________ podía tolerar un poco más a Jerry e incluso habiéndose acostumbrado a sus insinuaciones regulares entre las clases de francés y las citas falsas que todavía regalaban en distintos lugares. Entre ellos no se volvió a hablar del tema de la obra ni lo que pasó entre bastidores. __________ también se negó a mantener una conversación con Diana de más de quince palabras. No tenía que darle explicaciones de porqué lo hacía, fue suficiente con decir "Moody, chaqueta, carta" para que Diana entendiera, y no le quedó de otra que aceptar la frialdad de su hermana mayor. Minnie May y Moody ya podían caminar con normalidad, recuperándose ambos de sus problemas. Y hablando de este último, seguía aplicando la ley del hielo con Charlie. Incluso llegaron a la pizarra date cuenta, en dónde se hablaba de una enemistad entre los dos hermanos de otras madres, pero ninguno dijo nada al respecto, y al final todos terminaron por olvidarlo.

En ese momento __________ estudiaba con Jerry en un parque público. Mientras ella anotaba algunas traducciones, Jerry practicaba su lectura secreta, ya que todavía debía fingir que sabía leer y escribir correctamente. En las tardes, antes de irse a su casa, Anne le enseñan mejor a leer, y con sus clases ya sabía disimularlo mejor.

La muchacha dejó su pluma recargada en su tinta y pasó su mirada al rostro de Jerry. Aquel estaba en el asiento de enfrente, y ella podía notar a la perfección sus ojos concentrados, aunque algo achinados por el esfuerzo de leer, y del sol que le daba justo en ellos. Aquel muchacho era indescifrable. No sabía que tenía él, pero sin duda debía ser algo notorio que ella no interpretaba, porque no podía dejar de verlo desde clases atrás. Tal vez era los sutiles lunares que tenía en su cuello, o la inocencia que emanaba ante todo; todo lo que ella le mostraba era nuevo para él. Cuando ella le mostraba el mundo, sus ojos se iluminaban, y __________ entendió que aquellos ojos brillando eran algo que valía la pena. Valía la pena mostrarle las cosas que ella conocía, o los lugares que frecuentaba, porque Jerry sentía las mismas sensaciones que ella sentía con sus ojos castaños e ingenuos.
__________ sonrió inconscientemente. Cuando los ojos de Jerry subieron su mirada por encima de las hojas de Frankestein, y se toparon con los de __________, su corazón dio un vuelco. Hace clases que ella lo miraba, y hace clases él se había dado cuenta, pero siempre fingía que no lo hacía, por la vergüenza. Al principio pensaba que tenía algo en la cara y por eso lo miraba tanto, cuando se dio cuenta de que la sonrisa que tenía no era de burla, sino de algo más, fue cuando empezó a ponerse nervioso y algo emocionado a la vez. Lejos de apartar la mirada y fingir demencia como otras veces, hizo algo que no había hecho hasta el momento en esa situación; sonrió.

¿Había mencionado __________ alguna vez lo bonita que era la sonrisa de Jerry? Tal vez lo habría hecho en algún punto, pero en ese momento no tuvo palabras, ni orgullo, para decírselo.

-¿Tengo algo en mi cara, señorita?

-Sí.

-¿Q-qué tengo?

-Ojos, nariz, boca, cejas.

-¡Ja, ja! Que graciosa. -Dijo él con sarcasmo.

__________ sonrió de nuevo.

-Si no tengo nada, ¿por qué me ve tanto?

Ella aclaró su garganta y se reincorporó en su lugar nerviosa.

-No te veía, Jerry. No te ilusiones solo.

Él soltó una risa. -Sí, seguro. -Volvió a dejar sus ojos puestos en su libro, pero ni si quiera pudo concentrarse.

Sentía un cosquilleo en los huesos que no podía ignorar, y que era más grande que la trama del libro verdoso que tenía en sus manos. Sus dedos pasaron por la hoja, disimulando que leía la siguiente página, pero ya no podía. Volvió a subir su mirada, viendo cómo __________ escribía con su pluma en la hoja que él le había dado. Sus dedos eran finos y largos, y los recorría en trazos elegantes en el papel. Paraba para cargar más tinta, y luego se movía en movimientos que Jerry, por más simple que fueran, encontraba cautivadores. La chica parecía concentrada en lo que hacía, con los ojos fijos en su hoja, trazando líneas en cursiva para terminar su tarea. Sintió la mirada del moreno sobre ella y ya no tuvo dónde ocultar la pequeña sonrisita que se le escapó de los labios.

𝑴𝒚 𝑩𝒆𝒂𝒖𝒕𝒊𝒇𝒖𝒍 𝑳𝒂𝒅𝒚 | 𝐉𝐄𝐑𝐑𝐘 𝐁𝐀𝐘𝐍𝐀𝐑𝐃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora