Endure (Dramione)

4. A mano

—¿Qué haces? Aún no eches el dedo de Grindylow, tiene que adquirir un tono naranja brillante, eso es apenas naranja. Por Salazar, Draco, ¿sería mucho pedir que te concentres?

Theo se quejaba por idioteces. Claro que era naranja brillante. Draco se fijó en la poción con más detenimiento. Mierda, tenía razón, aún le quedaba un poco de tiempo.

Estuvo molesto y al mismo tiempo agradecido por contar con Theodore Nott como compañero de pociones. Él comprendía la importancia de la excelencia académica y por nada del mundo dejaría que Draco arruinara sus también perfectas calificaciones en dicha materia. No era como si Draco, alguna vez arruinara algo en Pociones pero, Slughorn había emparejado a Granger con Zabini y eso no le gustaba. No le gustaba en lo más mínimo.

Draco estaba, en efecto, distraído.

—No ha llegado al tono correcto porque deberías estar removiendo la pluma de Fénix más rápido. Curioso que consideres la inmovilidad como una velocidad en sí misma, Theo.

Theo resopló y removió la poción más rápido. Draco levantó la vista nuevamente sin poder detenerse a sí mismo. Ella y Blaise conversaban en voz baja y el maldito le estaba sonriendo con esa jodida sonrisa que utilizaba con sus conquistas y ella había respondido con un gesto de sorpresa para luego, con sus bonitos y rosados labios, obsequiarle una tímida sonrisa de vuelta.

Así que ella pensaba que podía estar coqueteando con sus amigos después de que Draco casi follara su boca con su lengua en ese armario a solo dos metros de ellos, hace menos de una semana.

Oh no.

Granger tendría que aprender y él haría que aprenda.

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—Demonios, Granger, sí que sabes usar un cuchillo.

Hermione detuvo su tarea de cortar con rapidez a tamaño milimétrico el dedo de Grindylow.

—Ehm, sí, supongo que uno adquiere ciertas habilidades después de una guerra, ¿verdad?

Blaise frunció el ceño mientras sonreía divertido.

—Vaya, recuérdame nunca hacerte enfadar.

Ella no pudo evitar reír, se tapó la boca con el dorso de su mano rápidamente para no interrumpir la clase. Trabajar con Blaise estaba resultando ser inesperadamente agradable.

—Así que, ¿qué depara el futuro para la famosa chica dorada?

—Ahg, odio eso. Honestamente, no sé por qué han empezado a llamarme así.

—Si me lo permites, yo diría que es un término bastante acertado.

Ella se sorprendió por ese cumplido. ¿Era un cumplido? Tenía que serlo. Sonrió amablemente.

—Aún estoy decidiendo qué haré después de esto. Estoy pensando en San Mungo o quizás algo en el ministerio. Sea como sea, tengo que tener todos mis EXTASIS.

—Granger, en el ministerio... bueno, sin duda sería entretenido ver cómo revolucionarías la sociedad mágica.

Hermione volvió a reír.

—Primero tenemos que «revolucionar» está poción si queremos que el Veritaserum tome el color adecuado.

—A la orden, no dejes que sea yo quien interfiera con tu extraordinario en pociones.

Volvió a sonreír, mientras observaba con más detenimiento a Blaise Zabini, quien sonreía abiertamente mientras trabajaba en la poción. Alto, piel morena e innegablemente apuesto. Se dio cuenta que no había tenido la oportunidad de interactuar adecuadamente con él hasta ese momento.