Endure (Dramione)

2. Dulzura

Dos años atrás.

Marzo 1999. Octavo año.

Se puso de puntillas y estiró su brazo para poder alcanzar el vial que necesitaba en la última repisa del armario de pociones. Pudo sentir sus dedos tocarlo y sonrió.

Estiró su mano todo lo que pudo.

Un poco más, solo un poco más...

Sin querer sus dedos empujaron el vial más hacia el fondo.

—Maldición.

De pronto, la sensación de un cuerpo rozando su espalda la tomó por sorpresa; un brazo apareció al costado de su rostro y, sin esfuerzo, tomó el vial de la repisa. Hermione giró bruscamente y se encontró directamente contra un cuerpo alto y atlético, elevó la mirada y todo lo que pudo ver eran unos ojos grises.

Sintió un vuelco en el pecho al reconocer quien la tenía contra las repisas de ese armario. Draco Malfoy, arqueando una ceja, la observaba desde arriba.

Al darse cuenta de su proximidad, él retrocedió con el vial en sus manos.

—Dámelo, Malfoy.

—¿Lo quieres? —Con una sonrisa burlona, él metió el vial en el bolsillo de sus pantalones—. Ven a por él.

Hermione puso los ojos en blanco. Solo quería coger lo que necesitaba de ese armario para su investigación y salir de allí y ahora tenía que lidiar con él. Dioses, no.

—Quédatelo. —Empezó a dirigirse hacia la salida.

—¿Siquiera sabes lo que es? —preguntó él con expresión de desdén.

—¿En serio, Malfoy? —Su tono irónico produjo una sonrisa en él—. Raíz de mandrágora. —¿Por qué le respondía?

—Oh vaya, me sorprendes Granger.

—Y a mi me sorprende que tú puedas hacer algo con un caldero aparte de hervir agua.

No le sorprendía, Malfoy era excelente en pociones, pero al escucharla él perdió su sonrisa por completo.

—¿Crees que eres mejor que yo? —dio un paso hacia ella—. ¿Es eso?

Su tono y cercanía comenzaron a sentirse amenazantes.

Algo dentro de ella despertó y su orgullo rugió de repente.

Levantó la barbilla hacia él.

—Sé que soy mejor que tú.

Malfoy abrió los ojos sorprendido por un solo instante y rápidamente su máscara de arrogancia volvió a su rostro.

Dió otro paso hacia ella.

Merlín, ¿por qué dejaba que Malfoy le afectara? Responderle fue un error, sus intercambios siempre terminaban así y ella no podía evitar reaccionar, siempre reaccionaba.

Estaban muy cerca, la diferencia de estatura la obligó a elevar la vista, aún así, la mantuvo firme.

—Dejá que te aclare algo, dulzura.

Ese algo en su interior reaccionó cuando la llamó de esa manera. Él nunca había tenido ningún apelativo amable hacía ella. Nunca la había llamado... así.

—Tú no eres, ni serás nunca, mejor que yo. Tú eres inferior a mi. Tú no eres nada. —Malfoy le soltó este veneno sin piedad pero ella no retrocedió ni separó sus ojos de él.

Sintió eso en su interior girar y avivarse pero por otra razón completamente diferente ahora.

Todos los años de intimidación se acumularon en ese momento, todos los nombres y burlas a lo largo de ese tiempo volvieron en una ráfaga hacia su mente y se sintió internamente avergonzada consigo misma por esa pequeña reacción anterior hacia un simple y estúpido apelativo. Dioses, como lo odiaba, siempre lograba afectarla y estaba cansada de ser la que perdía. No más. Trató de mantener su rostro indiferente y luego con intención curvó sus labios con una sonrisa.