18. Hermione

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Ella dormía.

La observó por mucho tiempo mientras ella, acurrucada en su regazo, obtenía el descanso que tanto necesitaba.

Verla llorar así lo destrozó por dentro.

No era justo que ella hubiera pasado por tanto estando sola. Sus amigos parecían no estar en su vida como antes y sentía que ella se aislaba. Aún así, después de todo, ella seguía siendo un ser hermoso y lleno de luz y amor. Se desvivía ayudando a los demás, incluso seguramente cuando nadie se lo pedía. Lo hacía porque así era ella.

Draco lo sabía. Lo vivió años atrás.

Nuevamente se sintió egoísta. Porque sabía lo que le había hecho. La abandonó, pensando estúpidamente que lo hacía por su bien y no considerando del todo que eso le afectaría. No estuvo a su lado cuando más lo necesitó. Se contuvo por años de estar con ella porque simplemente no quería hacerle daño. Realmente trató de no ser egoísta pero, irónicamente, resultó ser el peor de todos.

A ella le importaba él, lo vio en su sufrimiento. Y él no lo merecía. No la merecía.

Las lágrimas secas en sus mejillas aún brillaban ligeramente. Sus pestañas largas y densas se curvaban hacia abajo sobre párpados suavemente cerrados. Su pequeña nariz salpicada de pecas respiraba con suavidad, mientras sus labios rosados estaban levemente entreabiertos. Draco podía sentir como tenerla en sus brazos llenaba su pecho con una sensación sobrecogedora.

Después de una hora, pensó que ella debería recostarse en una cama para poder descansar adecuadamente. Se puso de pie con cuidado sin hacer movimientos bruscos y se dirigió al dormitorio cargándola en sus brazos. Igual que el resto de su apartamento, la decoración era acogedora y al mismo tiempo minimalista. Era un espacio pacífico.

Se acercó a la cama y la recostó suavemente en ella. Al momento de liberar su brazo, ella se movió y susurro algo en sueños.

—...Quédate... —murmuró con voz suave.

Escucharla lo paralizó. Ella seguía durmiendo. No era consciente de lo que pedía. La observó mientras descansaba en la cama, con sus rizos esparcidos, su pecho subiendo y bajando lentamente, y su pequeña figura en una posición confortable. Lo único que deseaba en ese momento era acostarse a su lado, pero no volvería a tomar una decisión por ella. No volvería a lastimarla, especialmente después de verla sufrir de esa manera. Cubrió su cuerpo con una manta y salió de la habitación, pero no quería irse ni que ella pensara que la abandonaba así por lo que decidió descansar en el sofá hasta que ella despertara.

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Abrió los ojos lentamente.

Parpadeó con pesadez aún sintiendo el sueño en todo su cuerpo; no había dormido así de bien en demasiado tiempo. Estiró sus músculos, alargando sus brazos y piernas y la manta que tenía encima se cayó al suelo. Al fijarse se dio cuenta que seguía con la ropa de la noche anterior. Los recuerdos comenzaron a llegar a su cabeza adormecida y entonces se incorporó rápidamente, sentándose en la cama. Giró y vio la hora en el reloj de su mesa de noche. Las seis de la mañana...

Era pleno invierno y seguía oscuro afuera. Escaneó su habitación y estaba vacía.

¿Él... se había ido?

Se puso de pie y se dirigió al cuarto de baño para refrescarse y lavarse los dientes mientras imágenes del día anterior cruzaban su mente. Salió de su habitación hacía su cocina por un vaso de agua. Mientras caminaba, no paraba de dar vueltas a lo que había ocurrido. Ella había explotado y se había desfogado con él. Le dijo muchas cosas que quiso decirle por mucho tiempo, pero también lo involucró con el tema de sus padres... Él no tenía nada que ver con ello y aún así, lanzó toda su ira y frustración hacia él...

Endure (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora