Luchó con él moviendo su cuerpo y sus brazos tratando de liberarse de su agarre pero él era más grande y más fuerte. Sin mucho esfuerzo cogió sus muñecas en una sola de sus grandes manos y las puso encima de su cabeza contra la pared.
Con la respira...
Disclaimer: Este es mi primer fic, escrito con mucho amor y cariño. Inspirada por la pasión y la química entre estos dos personajes. Espero que disfruten de esta historia tanto como yo disfruté escribiéndola.
Todos los personajes, lugares y hechizos que reconozcan son propiedad de J.K. Rowling. Lo demás es producto de mi imaginación. Agradezco a ella por crear este maravilloso universo.
Quiero agradecer profundamente a Adrimazofeifa por betear mi historia y por ser increíblemente paciente y comprensiva. Sin su apoyo y constante ánimo, esta historia no habría sido posible.
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Presente.
Diciembre 2001, Londres
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El viento le azotaba el rostro mientras pedaleaba, el zumbido de las ruedas de su bicicleta perdiéndose entre el murmullo de la ciudad. Londres ya estaba despierta: autobuses rugiendo en las calles, pasos apresurados golpeando el pavimento, voces mezclándose en el aire frío de la mañana.
Debería estar agotada. Estaba agotada. Pero el ritmo constante del pedaleo, la tensión y liberación de sus músculos con cada movimiento, la mantenían firme. La mantenían aquí.
"Tienes el control…"
Las palabras flotaban en su mente mientras se deslizaba entre los coches, sorteando las estrechas calles del centro.
Podría haber tomado el metro. Podría haber aparecido directamente en su destino. Habría sido más fácil, más rápido. Pero esto... este momento, este trayecto, era algo más. Era calma antes de sumergirse en el caos.
O tal vez, si era honesta consigo misma, se trataba de otra cosa.
Su padre le había enseñado a montar bicicleta cuando tenía seis años. Aún recordaba su risa mientras corría a su lado, sujetando el manillar hasta que pudo equilibrarse por sí sola.
Merlín… cuánto lo extrañaba.
El pecho se le apretó cuando redujo la velocidad al llegar a un viejo edificio de ladrillos rojos. El cartel sobre la fachada, Purge & Dowse S.A., estaba desvencijado, con las letras a punto de desprenderse.
Ni siquiera lo miró al cruzar el umbral de cristal.
El mundo se desvaneció.
Los ladrillos y la tienda olvidada desaparecieron. En su lugar, erguido e imponente, se alzaba el Hospital San Mungo para Enfermedades y Heridas Mágicas.
Hora de trabajar.
Aparcó la bicicleta, aseguró el candado y se dirigió a la entrada.
