13. Completamente jodido

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Dos años después.

Agosto 2001, Tokio

Sentía el sudor caer por su frente y la punta de la nariz, pero no sé movió, no podía perder la concentración: tenía que ser sumamente cuidadoso.

Con la mayor firmeza que pudo convocar a su mano derecha, giró la válvula del destilador milimétricamente lento, hasta que una diminuta gota de líquido verduzco apareció. Draco contuvo la respiración cuando vio caer la gota al caldero de cobre que había debajo. En ese instante, la poción comenzó a burbujear y el líquido se transformó a un vivo color violeta y después de unos segundos, se volvió incoloro.

Draco volvió a respirar.

—Lo logré... —susurró para sí mismo, bufando suavemente.

La sala estaba llena de olor a hierbas y humo de los calderos burbujeantes a su alrededor. Giró para buscar a su maestro y lo encontró en el umbral de la puerta, observando.

—Maestro Hiroshi —se acercó a él—, creo... creo que lo he logrado.

El anciano se acercó silenciosamente hacia el caldero, lo inspeccionó bajo sus pequeñas y redondas gafas sobre la punta de la nariz y luego dirigió su mirada nuevamente hacia Draco, esa mirada que solía recordarle a la intensa de un hipogrifo.

—Has tenido éxito —le dijo al fin.

Draco sonrió, realmente sonrió. Había pasado tres meses desarrollando esa poción y se había dejado la piel en ella.

—Verdaderamente asombroso... —murmuró Hiroshi, acariciando su blanca y puntiaguda barba, pensativo—. Draco... hay algo que quiero discutir contigo.

Draco se quitó la túnica que utilizaba para trabajar y luego de colocarla sobre una silla, le prestó toda su atención.

—Por supuesto.

Hiroshi se dirigió a la mesa baja en el fondo de la sala y se sentó colocando una pierna sobre otra; Draco lo siguió y se sentó al frente suyo de rodillas con piernas dobladas debajo del cuerpo, pies hacia atrás y talones hacia delante.

Hiroshi cogió el Kyusu, una pequeña jarra de cerámica, y vertió té en dos delicadas tacitas, luego le ofreció una. Draco la recibió con sus dos manos e inclinó ligeramente la cabeza.

Arigatou gozaimasu.

Al beberlo, sintió el sabor único y ligeramente tostado del té genmaicha, uno de sus favoritos. Hiroshi asintió y bebió un sorbo de su propio té, sin hacer ruido. Después de un momento de apreciar el sabor y aroma, Hiroshi habló.

—Hay un importante proyecto del que quiero hablarte. —Su expresión era seria detrás de las gafas—. Se centra en el desarrollo de una línea de pociones avanzadas, destinadas a tratar diferentes condiciones mágicas. —Draco, asintió—. Hoy he recibido la noticia de que este proyecto ha sido aprobado y en algunos meses, partiré a reunirme con las personas involucradas. —Hiroshi sonrió ligeramente—. Quiero que me acompañes.

—Claro, claro que sí —respondió abriendo los ojos con asombro. Se sentía halagado—. Será un honor.

Jamayuni Hiroshi, eminencia en Pociones y Alquimista reconocido, lo estaba considerando para un proyecto así, era gratificante que su arduo trabajo fuera reconocido. Porque eso era todo lo que Draco hacía, inundarse de trabajo, proyectos e investigaciones. De esa manera obligaba a su mente a concentrarse en nada más, en nadie más.

—¿Dónde iremos?

—Londres.

Sus ojos se abrieron de par en par.

Endure (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora