𝐅𝐀𝐌𝐀| Olívia Annenberg, más conocida como la hija de Clarice Annenberg, la estrella de cine que ha ido conquistando el mundo con su carrera. El apellido más conocido en algunos países y especialmente en los Outer Banks, el paraíso en la tierra.
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↳olivia pov.
ME DESPERTÉ EN CASA DE Rafe esta mañana, dormimos maravillosamente bien, y confieso que nunca había dormido tan bien en mi vida sabiendo que él estaba a mi lado, abrazándome. Olerlo por las noches fue lo mejor que pude sentir, y lo que me impresionó fue que no sentía miedo, miedo de estar en la casa del hombre que me disparó y miedo de ser vigilado en todo momento.
Después de ver a ese hombre frente a mi casa esa noche, comencé a tener un miedo absurdo a dormir sola, y con Rafe a mi lado, me olvido de ese miedo y me siento como una niña en sus brazos.
Tan pronto como nos despertamos, me volví a vestir y él me trajo a casa en una motocicleta. Me encanta andar en moto con él.
Cuando llegamos a la puerta de la casa, me sorprendió ser recibido literalmente con todos los guardias de seguridad afuera de la puerta apuntándonos con sus armas, Rafe detuvo la motocicleta de repente al ver la escena y me pregunté qué estaba pasando. Willian se puso delante de ellos y levantó la mano para que bajaran las armas.
—¿Señorita Annenberg?—preguntó al verme en la motocicleta.
—¿Señor Willian?—le pregunté de nuevo, bajándome de la motocicleta. Cuando me vieron por completo, bajaron las armas y Willian me jaló detrás de él, haciendo que los demás guardias de seguridad me rodearan y apuntaran con el arma a Rafe.
—¡Aléjate de ella y no te atrevas a poner un pie en los alrededores de la mansión Annenberg otra vez!—un hombre alto e increíblemente fuerte lleva gafas de sol y un uniforme completamente negro. Creo que es el jefe de la guardia de Annenberg.
—¡No!—digo haciendo que me miren—¡Él no me hizo absolutamente nada, baja esas armas!— hablo y miran al jefe esperando una respuesta de él.
—Órdenes de Clarice Annenberg, no puedo ignorarlas—dijo el jefe sin dejar de mirar a Rafe.
—Les pedí que bajaran las armas—digo con firmeza, mirando la espalda del hombre mientras este gira y me mira— No nos conocemos, creo que él debe ser el jefe—el asintió.
