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Ayudo a Jason a atarse la corbata.

— Y recuerda, pide ayuda siempre que lo necesites.

— Sí, papá.

Le sacudo los hombros. Después de un fin de semana de
rabietas y llantos, he acabado por ceder. Jason empezará a
trabajar ésta mañana con Emilio y nunca me había sentido tan disgustado en toda mi vida.

— Y asegúrate de beber mucha agua. Si te deshidratas, no
podrás concentrarte.

Pone los ojos en blanco.

— Te he preparado el almuerzo. No te acostumbres a
comprarlo ó te gastarás un dineral.

— Papá… — Jason niega sutilmente con la cabeza.

— Lo que hagas en éste primer trabajo sentará las bases de
toda tu carrera profesional. Quiero que adquieras buenos
hábitos. Tienes una oportunidad magnífica para aprender,
Jason. Observa e interioriza, pero no olvides que eres un
Vázquez. — Le paso los dedos por el pelo.

Me sonríe.

— De acuerdo.

— Ser inteligente en los negocios no significa ser
despiadado — le recuerdo.

— Lo sé, ya hemos hablado de ésto — suspira.

— Tu padre era un hombre muy bueno, Jason, con grandes
valores.

Sonríe de oreja a oreja.

Mi mayor temor es que Emilip se cebe con él porque
todavía es joven e impresionable. Se me llenan los ojos de
lágrimas sólo de pensarlo.

— Papá, para.

Me tapo la boca con las manos mientras observo lo
elegante que está mi hijo.

— Lo siento, cariño. Es que estoy muy nervioso.

— ¿Porqué?

— Porque ésto es un gran paso, y no quiero que metas la
pata.

— Papá… — repite mientras suspira — Le metí los
boxers en la boca al jefe de la empresa antes siquiera de
conseguir el puesto. No creo que pueda cagarla más.

Me llevo la mano a la frente mientras lo observo.

— Anda, no me lo recuerdes, el momento más humillante
de mi vida. — Vuelvo a ajustarle la corbata para distraerme.

— Funcionó.

Arrugo la frente.

— ¿Qué quieres decir?

— No ha vuelto. — Sonríe con suficiencia.

— Sólo éramos amigos, Jason. De todas formas, no iba a
volver, así que no hacía falta que hicieras eso. No te hagas
ilusiones. Si de verdad estuviéramos liados, ¿enserio crees
que eso lo disuadiría?

— Mmm… — Se encoge de hombros. No me cree.

Nunca admitiré la verdad: que él tiene razón y que el plan
que ideó funcionó a la perfección porque Emilio no ha vuelto a ponerse en contacto conmigo después de aquel fatídico día.

Pasó de perseguirme hasta mi casa a… no volver a llamarme. Eso dice mucho de él y de su valor, ó de la falta de valor, pero ¿qué más dá?

Hasta nunca. Agradezco que Jason lo espantara porque
me ahorró el trabajo y evitó que retrasara lo inevitable.

— No te olvides de ser profesional — le digo una vez más.

— Lo sé.

— Y educado.

LA FUSION 《ADAPTACIÓN EMILIACO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora