Estoy sentado en el auditorio, pero mi mente vaga por
otro universo. Todos los asistentes prestan atención a la
conferencia sobre estados mentales, toman notas en sus
cuadernos y realizan con esmero cada tarea que nos asignan.Todos menos yo, que soy incapaz de concentrarme.
Un torbellino de emociones se apodera de mí.Emilio Osorio dá vueltas por la sala. Cómo una grácil
pantera al acecho, se mueve por los pasillos mientras ayuda a las personas que le piden su opinión y las anima a formular sus dudas en voz alta y compartirlas con los demás.No sé qué mosca me ha picado ni porqué me asaltan éstos
pensamientos, pero el beso de anoche despertó algo en mí y
reconozco que empiezo a tener dudas.Dudas carnales.
Emilio lleva un traje azul marino que le sienta cómo un
guante y una camisa en tono crema con una corbata a cuadros amarillos y grises. Todos los músculos de mi cuerpo se han tensado al ver cómo se quitaba la chaqueta y la lanzaba a la silla.Entonces, se ha remangado la camisa, por lo que sus
musculosos antebrazos y una parte de su robusto pecho han quedado al descubierto. Ahora, además, tengo unas buenas vistas de su culo: es terso y firme, y sus muslos son fuertes y esculturales. Su cabello es achocolatado y rizado, y su piel…Madre mía, su piel está bronceada y hace juego con sus ojazos cafés. No debería mirar a éste hombre y, mucho menos, devorarlo con la mirada.
El problema es que no puedo evitarlo; soy incapaz de
contenerme y tampoco estoy muy seguro de que quiera
hacerlo. Cada célula de mi cuerpo lo desea, y cuándo recuerdo que Nikolás quiso silbarle el día en que nos conocimos, me entran ganas de echarle un piropo a mí también.Es un hombre perfecto.
Merece que le dediquen algún que otro silbido. Además,
debe de atraer a las mujeres y muchos hombres a su cama con una facilidad increíble. Estoy bastante seguro de que podría convencer a cualquiera de que se tumbe bocarriba y se abra de piernas. Lo imagino mientras se quita la camisa a los pies de la cama y mi corazón dá un vuelco. Brindo por las afortunadas y afortunados que son capaces de hacerlo y beber de él cómo si fuera chocolate.Con la vista fija en el suelo, esbozo una sonrisa burlona
ante la metáfora. Emilio Osorio es cómo el chocolate. Rico,
delicioso y de ensueño. Provoca un subidón, pero, en realidad, es perjudicial para la salud.Se acerca a mí despacio, por detrás, y a medida que se
aproxima, el aroma de su loción para después del afeitado
nubla mis sentidos por completo. Sin poder evitarlo, inhalo la fragancia y todo mi cuerpo se prepara. Sostengo mi boli en el aire mientras miro al frente y trato de concentrarme. Noto su presencia detrás de mí y el vello de los brazos se me eriza ante la sensación de tenerlo tan cerca.Nunca me había sentido tan atraído sexualmente por nadie.
Es extraño.
He pensado en él toda la noche y no precisamente en lo
simpático que es.Más bien, he imaginado que me agarraba y me lanzaba a la
cama para una buena sesión de sexo.No me gusta y, a pesar de ello, no puedo dejar de fantasear
con la idea de tenerlo desnudo delante de mí. Yo no soy así; no soy cómo esas personas que sólo piensan en acostarse con alguien.El problema es que la idea de desmelenarme con un
hombre cómo él me parece demasiado atractiva.En ese momento, se inclina hacía mí tan despacio que me
dá la sensación de que todo sucede a cámara lenta.
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LA FUSION 《ADAPTACIÓN EMILIACO》
Fiksi Penggemar«Emilio Osorio siempre consigue lo que quiere... Y ahora me quiere a mí». Conocí a Emilio Osorio cuándo me hizo una oferta para comprar mi empresa. La rechacé. Luego me invitó a cenar. Lo rechacé. 6 meses después, nos reencontramos en Francia. A...