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Me paso media hora en la ducha. Salgo un momento y
busco en Google cómo contrarrestar el efecto de la crema
depilatoria en el pelo. El agua y el champú la eliminan por completo. Bien, me dispongo a usar mi champú, pero entonces miro el bote con recelo. Y una mierda. También lo tiro a la basura. A saber qué más ha hecho el maldito niñato. No me queda más remedio que usar el champú barato y malo del hotel.

Paso otros 20 minutos enjuagándome el pelo y, cuándo
termino, salgo de la ducha y me miro en el espejo. Mi pelo
parece algodón de azúcar. Algunas partes están peor que otras, pero en general, está hecho una mierda. Llamo a Aristóteles.

— Hola — responde.

— Quedamos delante de la oficina en 10 minutos.

— No puedo.

— Aristóteles — murmuro con los dientes apretados — Ó nos
vemos en 10 minutos ó prepárate para sacarme de la cárcel
ésta noche por matar a un menor.

— ¿Qué?

— Ese crío… — Me pellizco el puente de la nariz, incapaz
de creer lo que ha hecho — Le ha echado azúcar al depósito
del Aston Martin.

— ¿Enserio?

— Ah, y eso no es lo peor. También me ha echado crema
depilatoria en el puto acondicionador para el pelo.

— ¡Venga ya!

— Aristóteles — susurro enfadado — Mi pelo parece vello
púbico chamuscado, así que ó me llevas a un puto bar ó voy a matarlo. — A éste paso, los ojos se me van a salir de las órbitas —  No me hago responsable de mis actos — espeto.

Se echa a reír.

— ¿Lo dices enserio?

— Por supuesto.

— Joder, Mailo. ¿Quién coño es ese niño?

— Una de las personas que encabeza mi lista negra. Nos
vemos en 10 minutos. — Cuelgo y contemplo mi fino pelo en el espejo. Intento separarlo y echármelo a un lado, pero se ha quedado tan fino que ahora es puntiagudo. Cierro el puño. — Ya verás cuando te pille…

Salgo del baño con paso airado y cojo mi bolsa. Saco el
contenido de mi neceser y lo tiro a la basura.

A saber qué más ha hecho el muy cabrón.













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Doy un trago a mi cerveza y fulmino con la mirada a mi
exasperante hermano, que está sentado frente a mí.
Cada vez que me mira se echa a reír. Lleva así media hora.
Niego con la cabeza, asqueado.

— Si pudiera pasarme los dedos por el pelo con consternación, lo haría, pero no puedo porque se me caería. — Hincho mis pulmones por completo y exhalo todo el aire — Ésto me vá a fastidiar a base de bien. Mi pelo es un activo más… — balbuceo — ¿Cómo voy a ir por ahí con éstas pintas? — Abro mucho los ojos cuándo lo imagino — ¿Cómo miraré a la cara a la gente con la que me reúna? — Me pellizco el puente de la nariz — Hola, quiero adquirir su empresa. No se fije en mi pelo, me lo jodió un chaval de 13 años.

LA FUSION 《ADAPTACIÓN EMILIACO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora