25 - Final

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Emilio

Estoy sentado en la terraza de la habitación en la que me
alojo en París. Acabo de volver del gimnasio del hotel y ésta
tarde iré a la oficina. Sigo trabajando en la absorción de
Vázquez's Media. Si es posible, me gustaría cerrar el trato a
principios de la semana que viene.

Cuánto antes pase página, mejor. Tengo que levantar
cabeza. No puedo seguir así.

Solo quiero que todo ésto termine de una vez.

De repente, el teléfono de la habitación suena. Frunzo el
ceño. ¿Quién será? Nunca me llama nadie a la habitación del hotel. Entro para contestar.

— Bonjour.

— ¿Señor Osorio?

— Oui.

— Vous avez des visiteurs.

Frunzo el ceño y pregunto:

— Qui est-ce?

— Un moment s’il vous plaît.

Oigo que le pasa el teléfono a alguien.

— ¿Emi?

Frunzo el ceño y tuerzo el gesto, confuso.

— ¿Ethan?

— Hola. ¿Puedes venir a buscarnos?

Por poco se me salen los ojos de las órbitas.

— ¡Ya bajo!

Corro hacía la puerta y pulso el botón del ascensor.

Han venido a París.

A medida que bajo, veo cómo cambia el número que hay
sobre las puertas mientras doy golpecitos con el pié.

¡Venga, venga!

Entonces, las puertas se abren y salgo escopeteado. Veo a
Ethan y a Peter, que me esperan sentados en un sofá. Miro a mi alrededor. Entonces me ven y corren hacía mí a la
velocidad de la luz. Casi me tiran al suelo cuándo me abrazan.

Los abrazo fuerte y pregunto con los labios pegados a su
pelo:

— ¿Y papá?

— Nos hemos escapado.

Se me desencaja la mandíbula.

— ¿Vuestro padre no sabe que estáis aquí? — digo boquiabierto.

Ambos niegan con la cabeza.

— No.

— Madre mía. — Saco el celular y añado —: Le vá a dar un
ataque cuándo se entere.

Llamo a Joaquín.

— ¡Emilio! — grita, preso del pánico —. ¡Se han escapado!

— Calma, están aquí. Se han presentado por sorpresa —
balbuceo.

— ¿Qué? — pregunta, tras ahogar un grito.

— Que Peter y Ethan han aparecido por sorpresa en el
hotel dónde me alojo.

— ¿En serio? — exclama —. ¿De verdad?

— Sí.

— Están bien, están bien… — informa a alguien.

— ¿Dónde estás? — pregunto.

— En la comisaría. Madre mía, Emilio — exclama, aliviado
— Dios. Tranquilo, Jason. Están bien.

LA FUSION 《ADAPTACIÓN EMILIACO》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora