Extra: La niña de papá.

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Rachel

Odio las malditas mañanas.

Es impresionante el hecho de tener toda una vida despertando a las cinco de la mañana no sean suficientes para acostumbrarte.

Pero lo que empeora mí humor es no sentir las curiosas manos de mí marido recorriendo mí cuerpo o sentir sus labios recorriendo la curvatura de mí cuello.

Mis sentidos se agudizan conforme mis ojos se abren y mí cuerpo se estira en la cama buscando el cuerpo de mí marido.

La decepción aparece cuando noto su lado de la cama vacio y mis oidos captan el sonido de la ducha.

Mala manera de empezar el dia.

Considero la idea de levantarme pero la verdad siento el cuerpo pesado y adolorido, el regreso de Christopher de su viaje a la central en Rusia implicó un reencuentro... rudo.

Según sus palabras, cada nalgada fue por el tiempo que lo mantuve con una erección y no poder correrse en mí coño.

Tan romántico. Me habrá extrañado seguramente.

Capto el sonido de la puerta del baño abrirse y el mal humor se va de vacaciones a la patagonia junto con el dolor que cargo en el cuerpo con el sexy especimen que sale del baño.

Me incorporo sobre mis antebrazos para apreciarlo como se merece, y es que verlo con el cabello húmedo cayendo sobre su frente, con pequeñas gotas descendiendo por su pecho hasta la V que marcan sus caderas...

Mierda, que rico.

—¿Algo que te guste?—pregunta coqueto.

Sonrío mirándolo con descaro.

—Solo aprecio lo que es mio—contesto simple.

—¿Tuyo?

—Si, mio—establezco—a estas alturas de la vida ya tendría que tenerlo claro, señor ministro.

Sonrie petulante ante la posesividad de mis palabras.

Se acerca apoyando las manos en la cama acercando su rostro al mio, su respiración fundiéndose con la mia y el acelerado subir y bajar de nuestros pechos.

—¿Que le gusta hacer con sus cosas, teniente?

Lo miro, mordiéndome el labio al captar la erección que esconde la toalla que cuelga de sus caderas.

—A algunas me gusta tocarlas, a otras lamerlas—sonrío cuando su mirada se oscurece—y otras muy especiales, montarlas.

Es como detonar una bomba ya que se abalanza sobre mí dejando mis manos sobre mí cabeza, sus labios rozan los mios y contengo la respiración cuando pasa su lengua por mí labio inferior tentandome más.

—Anoche me dejo en claro que además le gusta marcarlas, mí espalda es una linda representación.—susurra besando mí nariz.

—Podria decir lo mismo de ti, mí pecho y mis caderas son toda una obra de arte.

Se rie echándole un vistazo a mí pecho mirando las marcas que dejó.

—Eso que no viste lo rojo que deje ese bonito culo tuyo, nena.

Me rio levantando un poco mí cabeza buscando su boca, sus labios me corresponden cuando lo beso disfrutando del delicioso roce de su erección contra mí abdomen.

Su agarre sobre mis manos desaparece siendo sus manos las que vagan por mis muslos sin dejar de besarme, mis piernas lo acunan cuando se acomoda en medio de estás soltando mis labios regando besos por mí cuello y pecho.

Fanfic Chrischel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora