Ser un Morgan

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Owen

El whisky quema mí garganta mientras me siento en la cama apartando la mujer que duerme a mí lado, quien se queja entre sueños antes de darme la espalda.

Dejo la botella en la mesita de noche mientras tomo mí pantalón mirando a la mujer que duerme entre las sábanas...

¿Cuál era su nombre?

Creo que ni se lo pregunté, solo se que de un momento a otro estaba bailando con ella hasta que empezaron los besos y el manoseo desmesurado, y sin saber en qué momento llegamos a un motel de mala muerte.

Termino de vestirme mirando en la poca luz que se cuela por la ventana las recientes heridas en mis nudillos.

Salgo del cuarto luego de tomar mí celular junto a mí billetera.

Como cosa rara está lloviendo y hace un frío de mierda.

Subo a mí motocicleta encendiendo el motor que ruge cuando lo enciendo y arranco adentrándome entre las calles de Londres camino a la mansión.

Llego a High Garden en menos de veinte minutos, guardo la moto, el casco y los guantes. El silencio en asfixiante a estas horas, pero se ve interrumpido con un ruido que viene de la cocina.

En silencio tomo mí arma caminando hasta la entrada contraria a la cocina y me asomo reconociendo la bata que cubre a la mujer que se encuentra preparando un té.

Guardo el arma entrando a la cocina, el aroma a hiervas inundando mí nariz.

—Espero que la casa no explote contigo en la cocina, mamá.

Deja caer una cuchara provocando un estruendo mientras se lleva las manos al pecho asustada.

—Eres peor que tu padre, tienen la misma manía con provocarme infartos.

Le sonrío acercándome a ella dejando un beso sobre su cabeza.

—Tranquila, yo estoy aquí para cuidarte.

—¿Se supone que debo estar tranquila?—pregunta con ironía.

Me río sentándome en la encimera. La sonrisa que le adornaba los labios cambia al mirarme el rostro y se porque es, no le sorprende pero no quita que se preocupe.

—Owen..

—¿Me puedes curar?—la interrumpo.

Asiente soltando un suspiro y prefiere no decir nada, quisiera no ser yo quien le cause estás preocupaciones sobre todo cuando las primeras veces trataba de contener el llanto al ver o curar mis heridas.

El encontrarla aquí no es raro para mí, no duerme cuando no regreso temprano a casa.

Busca el botiquín que hay en uno de los cajones de la alacena sacando algodones, alcohol y unas gasas.

Se acerca limpiando la sangre seca de mis nudillos, duele y prefiero apretar la mandíbula respirando hondo.

No puedo evitar mirar la diligencia y el cuidado que le dedica a mis heridas. Mí madre es quizás de las personas con más facetas que conozco junto con papá.

Cómo soldado, su carrera habla por si misma engrandeciendo día a día el apellido de mí abuelo e incluso, haciéndose de un nombre reconocido por cada central de la FEMF.

Es inteligente, audaz y hábil para conseguir lo que quiere.

Una leyenda en toda la extensión de la palabra.

—No te diré nada que no te haya dicho antes hijo, pero solo evítame recibir una llamada donde me digan que estás muerto o en un puto hospital—suplica.

Fanfic Chrischel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora