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El día había sido agotador para Minhyung. Desde el momento en que se levantó por la mañana, se había sumergido en una tempestad de reuniones, decisiones y estrategias para mejorar el rendimiento del equipo. Cada momento libre que había tenido durante el día lo había dedicado a planificar tácticas y revisar jugadas, obsesionado con encontrar la combinación perfecta que llevara a su equipo hacia la victoria.

Pero ahora, mientras manejaba por las calles iluminadas por la luz de la luna, todos esos pensamientos se desvanecían, reemplazados por un sentimiento de cansancio que se extendía hasta lo más profundo de su ser. Se sentía agotado, tanto física como emocionalmente, y ansiaba nada más que llegar a casa y sumergirse en el confort de su propio hogar.

Sin embargo, en lo más profundo de su mente, sabía que la tranquilidad que esperaba en casa no duraría mucho tiempo. Porque esa noche, como tantas otras noches antes, tenía una cena familiar planeada con sus padres y su esposa.

Aunque Minhyung los quería profundamente a todos, no podía evitar sentir un nudo de ansiedad en el estómago cada vez que se acercaba una reunión familiar. Porque sabía, con una certeza que lo atormentaba, que la noche terminaría inevitablemente en una discusión acalorada sobre un tema que había dividido a su familia durante años: los hijos.

Los padres de Minhyung, al igual que su esposa, estaban convencidos de que era hora de que comenzaran a formar una familia. Pero Minhyung, por otro lado, no estaba tan seguro. Si bien nunca lo admitiría en voz alta, se sentía abrumado por la idea de tener hijos. Su carrera estaba en ascenso, tenía grandes ambiciones y sueños por cumplir, y la idea de añadir la responsabilidad de la paternidad a su lista de preocupaciones le causaba una sensación de pánico que apenas podía soportar.

Cuando finalmente llegó a su casa, Minhyung se detuvo frente a la puerta por un momento, respirando hondo para prepararse para lo que sabía que le esperaba dentro. La calidez del hogar le dio la bienvenida, pero también lo envolvió en una sensación de nerviosismo que no pudo sacudirse.

Con un suspiro resignado, entró en su casa, dejando que la puerta se cerrara tras de sí con un clic suave. La atmósfera familiar lo recibió con la dulce fragancia de la cena que su esposa había preparado con esmero. El aroma reconfortante le recordaba que, a pesar de las tensiones que lo aguardaban, aún había un refugio en el que podía encontrar algo de paz.

—¡Minhyung, cariño! ¡Qué bueno que llegaste! —exclamó Dahye, emergiendo de la cocina con una sonrisa radiante en el rostro.

El corazón de Minhyung se ablandó ante la visión de su esposa, con su cabello brillante y sus ojos resplandecientes de emoción. A pesar de todas sus diferencias, no podía negar lo mucho que la quería y lo agradecido que estaba por tenerla a su lado.

—Hola, cariño. Huele delicioso —respondió, devolviéndole la sonrisa con sinceridad mientras se quitaba los zapatos y se acercaba para darle un beso en la mejilla.

Los padres de Minhyung también estaban allí, sentados en la sala de estar con expresiones expectantes en sus rostros. Aunque habían llegado un poco antes que él, aún se veían tan frescos y llenos de energía como siempre. Era evidente que estaban ansiosos por comenzar la cena y sumergirse en las conversaciones que inevitablemente seguirían.

—¡Minhyung, hijo! ¡Qué alegría verte! —dijo su madre, levantándose para darle un abrazo cálido y afectuoso.

—Hola, mamá. Papá. —Minhyung devolvió el abrazo con gentileza, sintiendo el peso de las expectativas familiares descansando sobre sus hombros.

Mientras tomaban asiento alrededor de la mesa, Minhyung sintió la tensión en el aire, como una bomba que amenazaba con estallar en cualquier momento. Intentó desesperadamente mantener la conversación en temas livianos, pero sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que llegaran al tema inevitable.

Homewrecker ;; Keria x GumayusiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora