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Los días siguientes fueron una tormenta silenciosa entre Minseok y Minhyung. En los entrenamientos, la atmósfera estaba cargada, pero no por la típica presión de la inminente temporada de verano. No, era otra clase de tensión. Una que solo Minseok y Minhyung parecían percibir.

Minseok, el soporte y líder del equipo, mantenía su postura firme y centrada en los entrenamientos. Era implacable, como siempre, en su rol. Las estrategias fluían con precisión, los movimientos calculados, y sus sinergias con el resto del equipo estaban más afinadas que nunca. Pero a pesar de su destreza en el juego, la frialdad que proyectaba hacia Minhyung, su coach y ahora objeto de su frío desprecio, era casi insoportable.

Minhyung, por su parte, no era ciego a lo que estaba ocurriendo. Durante cada sesión, intentaba acercarse al más bajo de manera sutil, usando su rol de coach como pretexto. Al principio, se limitaba a elogiar su rendimiento, como siempre lo había hecho.

—Increíble shotcalling hoy, Minseok. Eso nos habría dado la partida en cualquier scrim oficial.

Minseok, sin siquiera girarse hacia él, respondió con una indiferencia escalofriante:

—Hago mi trabajo. Como todos. —Sus ojos seguían fijos en la pantalla mientras revisaba los replays, sin ni siquiera un atisbo de la conexión que habían compartido alguna vez.

El mayor frunció el ceño, sintiendo cómo esa barrera invisible se levantaba entre ellos una vez más. No podía evitarlo; ese rechazo era como una daga en el pecho. Pero, en lugar de retroceder, se encontraba a sí mismo volviendo a intentarlo, como un adicto a la esperanza.

Cada intento de acercamiento era como caminar sobre vidrios rotos para Minhyung, pero no podía detenerse. Había algo en Minseok que lo atraía de una manera que nunca había experimentado, y a pesar de los rechazos fríos, no se rendiría. Quería—no, necesitaba—reconquistar su corazón. No obstante, el problema era que, cuanto más lo intentaba, más sentía que Minseok se le escapaba entre los dedos.

Los días siguientes parecían eternos para Minhyung. En cada entrenamiento, sus esfuerzos por conectar con Minseok eran recibidos con el mismo hielo. Minseok estaba tan cerca, pero emocionalmente, inalcanzable. Y eso lo estaba volviendo loco.

En medio de una sesión particularmente intensa, después de una brillante jugada de Minseok que aseguraba la victoria en el scrim, Minhyung decidió intentar una vez más. Sabía que las pequeñas conversaciones no estaban funcionando, pero era su única forma de acercarse sin levantar sospechas del equipo. Caminó hacia el joven soporte mientras este se quitaba los auriculares.

—Ese engage fue perfecto. Honestamente, nadie juega como tú cuando estás concentrado. —El elogio salió más suave de lo que esperaba, con la esperanza de desarmar la barrera de frialdad que Minseok había construido.

Pero Minseok, como si hubiera estado esperando exactamente ese comentario, se volteó despacio y lo miró con los ojos vacíos, su expresión impenetrable.

—No me interesa lo que pienses, Minhyung. No necesito tus cumplidos vacíos. —Su tono era afilado como un cuchillo, cortando cualquier intención que Minhyung pudiera tener de acercarse.

El impacto fue inmediato. Las palabras de Minseok resonaron en la mente del coach, dejándolo sin aire por un momento. Era como si un ladrillo gigante le hubiera caído en el pecho. No había forma de disfrazar ese rechazo; era brutal, directo, y tan frío que Minhyung sintió un vacío crecer dentro de él.

Aun así, se forzó a mantener la compostura. Era el coach, después de todo. Debía ser fuerte delante de los demás. Se limitó a asentir con una sonrisa débil, un intento patético de esconder el dolor, y retrocedió.

Homewrecker ;; Keria x GumayusiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora