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Minseok había perdido la noción del tiempo. Los días se habían convertido en una neblina interminable de oscuridad y silencio. Se refugiaba en su habitación, oculto del mundo exterior, donde la luz apenas se filtraba a través de las cortinas gruesas. Apenas comía, solo lo suficiente para no desmayarse. Y el único movimiento que hacía era cambiar de posición en la cama, buscando en vano una comodidad que no llegaba.

Cada vez que cerraba los ojos, las mismas preguntas lo asaltaban, sin respuesta. ¿Qué significaba todo esto para Minhyung? ¿Había sido algo real para él, o solo una fantasía alimentada por el deseo de sentirse amado? Era como si su mente estuviera atrapada en un ciclo interminable de dudas y desesperación.

¿Por qué no puedo sentirme arrepentido?

Aquella pregunta también rondaba su mente, implacable, mientras se perdía en su propia oscuridad. Por más que se castigara mentalmente, esa extraña falta de remordimiento seguía presente, como un peso muerto que no podía sacudirse. Sabía que había hecho cosas terribles, había manipulado, había lastimado, y aun así, no sentía culpa. Solo vacío.

Sin embargo, había algo más que lo molestaba, una sensación extraña que no podía sacudirse. Algo en su interior le decía que no todo estaba perdido, que aún había una jugada por hacer. Y entonces, en un destello de lucidez, un nombre vino a su mente, Kang Jiseok. Y si bien no había hablado con Jiseok desde hacía mucho un tiempo, sentía una curiosidad creciente por saber cómo estaban las cosas, especialmente después de la noticia del embarazo de Dahye.

Con un esfuerzo titánico, Minseok se obligó a salir de la cama y arrastrarse hacia el baño. Se miró en el espejo, observando el rostro cansado y los ojos hundidos que le devolvían la mirada. ¿Qué tengo que perder? se dijo, intentando convencerse de que ver a Jiseok era una buena idea. Si nada más, al menos podría saciar su curiosidad. Se duchó, se vistió con su usual ropa oscura, y salió de la habitación por primera vez en días. El aire fresco le golpeó el rostro al salir del edificio, y pese a que su cuerpo se sentía débil y agotado, algo en su interior se encendió ligeramente de nuevo.

Llegó a la oficina de Jiseok, un edificio moderno con ventanales enormes que reflejaban el cielo gris de la ciudad. Subió en el ascensor hasta el último piso, donde se encontraba la oficina del patrocinador. Al llegar, la secretaria de Jiseok lo saludó con una sonrisa cortés, y en pocos minutos, Minseok estaba frente a la puerta del despacho.

Jiseok pareció sorprendido al verlo. Por un momento, Minseok notó un destello de nerviosismo en sus ojos, pero fue rápidamente reemplazado por una expresión de calma calculada.

—Minseok, qué sorpresa verte por aquí —dijo el mayor, indicándole que tomara asiento—. ¿A qué debo el placer?

Minseok observó la oficina mientras se acomodaba en la silla frente al escritorio de Jiseok. La decoración era minimalista, moderna, y ordenada al extremo. Demasiado ordenada. Algo no encajaba con la calma que Jiseok intentaba proyectar.

—Supuse que te habrías enterado del embarazo de Dahye —comentó el menor sin rodeos, clavando su mirada en el otro.

Jiseok asintió, pero su expresión seguía siendo extrañamente calmada, casi indiferente. —Sí, me enteré —respondió, con una tranquilidad que a Minseok le pareció demasiado forzada. —Es... sorprendente, pero si ella está feliz, entonces yo estoy feliz por ellos.

Minseok frunció el ceño. Algo no estaba bien. La reacción de Jiseok no encajaba con el hombre que había conocido. Decidió observarlo con más detenimiento. Jiseok parecía ansioso por terminar la conversación y despedirlo lo antes posible. Había algo en su comportamiento que no podía definir, pero que lo puso en alerta.

Homewrecker ;; Keria x GumayusiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora