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La leve llovizna caía sobre Seúl, pintando las calles con un brillo tenue y refrescante. Para cualquier persona, la oscuridad de la noche y la neblina que envolvía la ciudad podrían ser motivo de melancolía o tristeza, pero para Minseok, aquellos elementos solo añadían una sensación de misterio y emoción a su caminata hacia los dormitorios del equipo.

Saltaba de un pie a otro, con una sonrisa radiante en el rostro, incapaz de contener la emoción que bullía en su interior. La lluvia rozaba su piel, pero él ni siquiera la sentía, tan concentrado estaba en la euforia que lo embargaba. Aunque el cielo estuviera cubierto de nubes y la luz de las farolas apenas alcanzara a iluminar su camino, para Minseok, el mundo parecía más brillante y colorido que nunca. El color grisáceo de la noche se transformaba en una paleta de tonos vibrantes y vivos a su alrededor, y cada gota de lluvia que caía del cielo se convertía en una chispa de alegría que inundaba su corazón.

Para alguien que siempre había sido invisible, un segundón en todos los aspectos de su vida, este momento de euforia era completamente nuevo y desconcertante. Durante tanto tiempo, se había resignado a ser alguien retraído, acostumbrado a pasar desapercibido en la multitud, convencido de que estaba destinado a ser siempre el segundo mejor, el olvidado, el que nunca llegaba a la meta.

Pero todo eso había cambiado desde que Minhyung había entrado en su vida. Todo parecía muy repentino incluso para él, pero con el coach a su lado, había descubierto una parte de sí mismo que ni siquiera sabía que existía, una versión de sí mismo que era valiente, audaz, que se atrevía a soñar en grande. Había pasado tanto tiempo ocultando sus verdaderos sentimientos y deseos, aferrándose a una fachada de conformidad y resignación, que había olvidado lo que significaba realmente sentirse vivo. 

Y aunque Minseok sabía que su relación con Minhyung era complicada, que había obstáculos que debían superar, no podía evitar sentir una oleada de emoción cada vez que pensaba en el mayor. Porque en sus ojos, en su sonrisa, en su simple presencia, Minseok veía la promesa de un futuro mejor, de un amor verdadero, de una felicidad que nunca antes había conocido, de un primer lugar.


La memoria de la gratitud reflejada en los ojos y sonrisa de Minhyung cuando le devolvió su tablet en su casa aún estaba fresca en la mente de Minseok. Aquel pequeño gesto había sido solo el comienzo de su determinación de hacer más cosas buenas por el coach, de demostrarle cuánto significaba para él. Así que, con el corazón lleno de alegría y la mente llena de planes, se dispuso a hacer de aquel nuevo día otro momento especial para el mayor.

Con una bebida caliente especial en la mano y una sonrisa resplandeciente en el rostro, Minseok llegó al centro de entrenamiento con paso ligero y decidido. Estaba emocionado por darle la bebida a Minhyung, convencido de que alegraría su día y le demostraría cuánto valoraba su relación. Pero al llegar al centro, lo que encontró no fue precisamente el ambiente alegre y tranquilo que esperaba.

Hyeonjun estaba parado cerca de la entrada a la sala, observando con una expresión preocupada a Taeoh, quien parecía estar en medio de una acalorada discusión con otros miembros del equipo. Las palabras parecían volar entre ellos como flechas en un campo de batalla, cada una cargada con la tensión y la frustración que llenaba el aire.

Al ver a Minseok acercarse, el rubio levantó una ceja en un gesto de sorpresa.

—Hey, Minseok, ¿qué tal? ¿Viste a Taeoh? Parece que la posición de capitán se le ha subido un poco a la cabeza, ¿no crees? —preguntó con un susurro, aunque su voz llevaba un tono de diversión.

Minseok asintió, observando la escena con atención. Si bien no era raro que Taeoh tuviera sus momentos de arrogancia, parecía que esta vez la situación era más tensa de lo habitual.

Homewrecker ;; Keria x GumayusiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora