"Yo reencarne para salvarlos" Aegon apretó con fuerzas sus puños " Ellos sufrirán lo que nos hicieron"
Tres vidas pasadas fueron suficientes para aprender de sus errores, en la cuarta sus enemigos sangraran como así Aegon, lo hizo en la tercera.
NO...
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El lobo entendió perfectamente el sentir del dragón, ama cada parte y rincón del gentil ser, extendiendo su mano y ofreciendo su calor porque bien le conocía, ambos se conocían. Los dos estaban destinados por muchas vidas atrás a arder y llenar el hogar de los dioses de aquel fuego propio; brindando el calor de un hogar.
Ese amor seria eterno, renaciendo y muriendo al expirar sus vidas, pero bien solo lo conocían los dioses, los dos jóvenes inexpertos tenían que seguir una vida entera o unos pocos años mas para entender... el peso de la promesa de su amor no importa el cuerpo o huésped, sus almas decidieron, ambas en conjunto y adoración; abriendo nuevas puertas.
De una dimensión a otra, entonces ¿Comprendes mortal el sentir de este amor?
¿Sabes lo que deseamos contarte?
¿Reconoces lo abstracto que es?
Cregan, bien conocía su deber. Sabia la responsabilidad que llevaba ser el primogénito de su padre, a tan tierna edad se encontró satisfecho con saber que su vida seria "tranquila", llevando su casa a lo alto, manteniendo su lealtad a la familia real como así le había enseñado su padre.
Porque bien Rickon, le maravillaba con sus aventuras de joven, siendo amigo cercano del que antes se conocía como Príncipe Viserys y ahora Rey.
Su padre, hablaba del Rey con gran cariño y adoración... yendo más allá que una simple amistad, Cregan no era tonto. Conocía muy bien aquella mirada iluminada, la decisión y determinación de serle fiel a una sola persona.
