"Yo reencarne para salvarlos" Aegon apretó con fuerzas sus puños " Ellos sufrirán lo que nos hicieron"
Tres vidas pasadas fueron suficientes para aprender de sus errores, en la cuarta sus enemigos sangraran como así Aegon, lo hizo en la tercera.
NO...
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Aemond escucho un golpe aquello lo asusto con rapidez abrió la puerta, al entrar termino encontrándose con su pequeño hermano sollozando, su mejilla estaba roja mientras la mano de Alicent estaba alzada antes de que ella siguiera se situó delante del infante recibiendo el golpe, aunque este le doliera encaro a Alicent.
—¡¿estas loca?! ¡¿Por qué le pegas a Daeron?!
Otro golpe resonó en toda la habitación, Aemond tenía su cabeza ladeada. Los pequeños hipidos acompañaban la respiración y jadeos de la Beta.
—¡Soy tu madre! ¡No te atrevas alzarme la voz! —Grito— ¡Daeron tiene que comprender que yo soy su madre no ese omega muerto! ¡¿entendiste?!
Aemond no respondió, apretó con fuerza sus manos enterrando sus uñas en sus palmas luego alzo su rostro mirando con desprecio a la beta esta misma iba golpearle más le detuvo a tiempo ejerciendo fuerza en su agarre.
—Si vuelves a alzarme la mano o incluso a tocar a Daeron quedaras sin ellas, Madre.
Aemond alzo en sus brazos a Daeron saliendo con rapidez de esa habitación, las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, su mejilla izquierda comenzó a arder. Aunque él era un príncipe no tenía el suficiente poder para detener a Alicent, tampoco podía pedir ayudar... Daemon se había apartado bruscamente de ellos, su padre estaba sumergido en su dolor y Rhaenyra estaba en roca dragón, él y sus hermanos fueron abandonados dejándolos expuestos a Alicent...al llegar a la habitación luna Helaena se dirigió hacia ellos comenzando a atender a Daeron, mientras Aemond fue hacia los gemelos, Rose fiel sirviente a ellos después de la muerte de Aegon, comenzó a atender el golpe en su mejilla.
—¿ella tuvo...?
—Se desquito con Daeron... estoy seguro de que...— mordió su labio— ya sabes cómo es madre.
Helaena hizo una mueca por como ahora estaban obligados a llamarla madre mas no se podían quejar las paredes tenían oídos y ellos estaban desprotegidos ahora Alicent tenía toda la fortaleza roja bajo su control a pesar de que Daemon era la mano de Viserys, al parecer su tío no intervendría para ayudarles... la mujer mandaba en la servidumbre mientras su padre se ahogaba en su tristeza y trabajo olvidándose que tenía más hijos. Helaena sabía que Daemon no soportaba tenerlos cerca ya que ellos eran el vivo recordatorio de Aegon... él todavía se culpaba y así se torturaba, aunque eso no lo comprendía Aemond, su hermano creía firmemente que el alfa los había abandonado y les odiaba.
La princesa camino hacia el jardín observando como todo lo alegre quedo atrás tal vez los adornos seguían ahí puestos por su mismo hermano cuando aún vivía más los colores y recuerdos se fugaron dando un aspecto lúgubre en los pasillos, las risas que antes danzaban con el viento se habían extinguido.
