Tenía que inventar una excusa creíble, así que avisó a sus padres que había encontrado trabajo en el casino. Su padre se puso feliz incluso cuando supo el horario, su madre, en cambio, ofreció mil situaciones por las que todo podía salir mal y por qué debía seguir en el supermercado. <<Y eso que no sabe que es un casino ilegal>> pensó Diletta, mientras intentaba bajar los nervios con un té de hierbas.
Llamó a su novio, Giovanni, para contarle la noticia. Eligió contarle lo mismo que le había dicho a sus padres: se había postulado para trabajar en las oficinas externas del casino y esta noche era su primer día.
— La paga es demasiado buena, amor, vamos a poder mudarnos juntos y poner la pastelería en muy poco tiempo. — lo reconfortó ante la indecisión de él.
Hacía cinco años que estaban juntos pero todavía vivían separados, juntando dinero para poner una pastelería juntos, porque Giovanni era pastelero certificado y uno muy bueno, de hecho. Ambos sabían que él tenía futuro con su profesión, por eso imaginaban tener una hermosa pastelería que atenderían juntos, y si las cosas iban bien -como seguro irían- pondrían algunas sucursales más hasta amasijar una pequeña fortuna y poder retirarse al campo a disfrutar de la vejez.
— No me gusta que trabajes de noche, ¿cuándo nos vamos a ver? — Giovanni trabajaba en una panadería, entraba a trabajar a las 5 de la mañana y terminaba al mediodía.
— Nos podemos ver a la tarde, vamos a tener toda la tarde libre juntos, mucho mejor que el horario del supermercado.
Giovanni no estaba convencido, pero concluyó que era un sacrificio en pos de un bien mayor y le deseó suerte a su novia en su primer día.
Intentó dormir una siesta pero estaba tan nerviosa que no podía, pensó en que quizás todo había sido una trampa y la esclavizarían para prostituirla o para enviarla a otro país para ser esclava sexual de algún tipo. Se puso a llorar mientras elegía qué ponerse, sabía que no ir no era una opción y avisarle a la policía mucho menos.
Escribió todos los datos que tenía del lugar y puso la tarjeta de Fiore dentro del papel y lo dejó sobre la cama, si algo le pasaba, su familia lo encontraría y al menos tendría una pista para empezar a buscarla. Pero ¿y si la mataban? Suspiró con fuerza, si la mataban al menos la policía iba a tener una pista para hacer justicia. Se dio valor y guardó el cuchillo para deshuesar el pollo de su madre, que era pequeño y afilado y cabía perfectamente en la cartera de la dama y en la yugular del caballero.
Se puso los jeans más ajustados que tenía, si iban a violarla al menos les iba a costar sacarle la ropa, y una blusa que tapaba cualquier curva posible. Se puso botas cómodas, por si tenía que correr, y se sujetó el cabello en un rodete para que fuera más difícil agarrarla de los pelos. Escribió su nombre completo en un papel y se lo metió dentro del sostén, por las dudas, y llena de miedo se despidió de sus padres y salió de su casa a tomar el autobús.
En el camino de ida trató de identificar todas las cámaras de seguridad que podían llegar a filmarla y las miró directamente a todas, para que no quedara dudas que ella había estado ahí, y a las doce menos cuarto estaba en la puerta del lugar, temblando, pero con la frente en alto.
— Soy Diletta, la nueva cajera. — Dijo como saludo, y un hombre enorme abrió la puerta, no era el mismo de la mañana, este era realmente gigante.
— La esperan en el primer piso. — indicó amablemente, y Diletta le sonrió, más por necesidad de generar empatía que por gusto.
Subió al ascensor y fue hasta el primer piso. En el salón había algunas pocas personas, especialmente personal, que vestía uniforme, y algunos hombres de traje ubicados en los rincones. Trató de buscar una cara familiar, pero no había nadie que conociera.
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Sólo para contar dinero
ChickLitDiletta nunca imaginó que su vida daría un vuelco radical mientras pasaba sus días detrás de la caja registradora de un supermercado. Todo cambia cuando Fiore, un cliente enigmático pero con un encanto irresistible, descubre su habilidad oculta para...