Capítulo 19: Un pedazo de lo que soy

131 13 0
                                    

 Fin de semana octubre 2022

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

 Fin de semana octubre 2022

Kailay Real

La brisa fresca acariciaba mi rostro llevando a volar las melenas rojizas. Cerré los ojos disfrutando la sensación que causaba el hombre que me abrazaba a la orilla de la playa. Habíamos turisteado en varios lugares de Panamá deteniéndonos en boca del toro.

Seguía liberándome de las heridas del pasado. Por alguna razón Ans se estaba convirtiendo en mi mejor medicina. Eran tantas las emociones que me daba miedo aferrarme, para luego volver al fondo, dónde luché tanto por escapar.

Siempre había sido solitaria y muy pocas veces me sentía amada. A veces creía que el mundo estaría mejor sin mí. Una persona más o una persona menos ¿A quién le importaba? Sin embargo, había alguien que nunca se apartaba de mí y lo percibía cada que derramaba una lágrima y cada que le reprochaba. Seguía dándome la esperanza.

Respiré hondo preguntándome si esa sensación era real o solo mi mente soñando con algo que nunca sería.

—Hay un bar a dos esquinas podemos ir y tomar algo —sugirió contra mi oído.

—No me gustan los bares.

—¿Qué quieres hacer?

—Seguir aquí —giré a verlo. Contigo.

Lo abracé.

—Me encanta estar contigo —expresó besando mi rostro hasta detenerse en mis labios.

—Acostumbras a venir aquí —tomé su mano para que me acompañara descalzos sobre la Arena.

—Es la primera vez, aunque eh visitado varias islas, pero ninguna se compara a esta.

—¿Por qué?

—Siempre lo he hecho solo y esta vez me acompaña una morena hermosa.

Sonreí apreciando su sinceridad.

—Lo tienes todo y es como si no tuvieras nada ¿Por qué estar solo? Tienes una familia y debes disfrutar los momentos junto a ellos. La vida es demasiada corta para desaprovecharla.

Me sujetó de la cintura deteniendo nuestros pasos.

—¿Volvamos? —sugirió cargándome en sus brazos, encaminándonos a la cabaña.

Me bajó para abrir la puerta y entramos.

—¿Cuándo fue la última vez que disfrutaste estando con tu familia Ans? —pregunté.

No sabía porque me importaba. Bueno, realmente no era de mi incumbencia.

—No lo recuerdo —respondió sentando sobre el mueble. —Cada que estamos juntos siempre hay un desacuerdo que termina en discusiones. Una de mis hijas me odia.

—¿Por qué? —me senté a su lado.

—No siempre estuve nadando en dinero y mi oficio requería de muchas horas de trabajo perdiendo momentos importantes.

KAILAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora