Trata de una chica que buscaba legalizarse en un país extranjero para su desarrollo en el ámbito laboral. Entró a trabajar en una aerolínea de forma temporal, donde conoció al Señor Cribans; uno de los socios fundamentales de la empresa, que se obse...
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24 diciembre 2022
Kailay Real
Le di los últimos retoques a mi maquillaje quedando frente al espejo de cuerpo completo. Me sentía divina en ese conjunto de top y falda larga con abertura en la pierna derecha. El pelo caía por debajo de mis hombros con el labial rojo que le daba vida a mi rostro.
Tomé el celular marcando el número de mi novio que me mandó al buzón. Había venido desde el día anterior a pasar la navidad con mi familia y desde que llegué había estado ayudando con la limpieza sin tener tiempo de hablar con él. Lo marqué una última vez desistiéndome de la tarea y salí de la habitación.
Admiré el arreglo del banquete que había pasado la tarde cocinando con mi madre. Compuesto por pollo, pavo, cerdo, arroz, víveres, diferentes ensalada, lasañas y pasteles. Era una mezcla entre comida haitiana y dominicana. En una mesa más pequeña se encontraba los postres junto a las bebidas.
El rojo y el verde resaltaba en la decoración del fondo blanco junto a las luces navideñas. Danette se la había empeñado para hacer que el espacio rindiera alquilando mesas extras para la cena. Cada año se hacía en una casa diferente y este año le tocaba a ella.
—Necesito que todo este perfecto, sino acabará conmigo —esbozó nerviosa metiéndose a la cocina con un vestido negro de brillo que se encajaba en su cuerpo como una segunda capa de piel, el pelo negro caía sobre su espalda y los tacos puntiagudos dándole más elegancia. Amaba lo joven que se veía a sus cuarenta años.
En la sala estaba Ana tomándose fotos con un enterizo blanco luciendo su nuevo tinte rubio que le hacía ver la piel más clara.
—Mi hermana millonaria quiere una foto conmigo —se planteó a mi lado. Asentí posando y tomó la selfie.
El timbre sonó y me adelanté a abrir la puerta.
—¡Kailay! —exclamó la tía Judith al abrazarme. Junto a ella estaba su esposo Iván y su hijo Stefan, un adolescente problemático.
Los saludé invitándolos a pasar.
—Aquí huele delicioso —comentó Judith abrazando a mamá. Tocaron el timbre de nuevo y arrastré los pies a abrirla.
Los siguientes en llegar eran los Martin que representaba a la tía Delcy, su esposo Emilio y sus dos hijas Elizabeth y Eliza, seguidos por los Real compuestos por el tío Simón, su esposa Marcia y su bebé recién nacido junto a los abuelos Darline y Richard.
De último llegaron los Morel, el tío Isaac hermano mayor de mamá, viudo con dos hijos Bedjine y David.
En menos de una hora la casa estaba ful de familiares poniéndose al día con los acontecimientos de la vida de cada quien. Judith vivía en España, los Morel en Francia y el tío Simón en Nueva York, mayormente pasaban la época aquí o en Haití huyendo del invierno.
