CAPÍTULO 1

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"Megan..." 

Un año después

ADRIEN

― Señor aquí esta los papeles que me pidió.― dice romina dejando los papeles sobre la mesa.

No respondo, espero que se vaya pero no lo hace.

«Maldita sea, ¿ahora qué quiere?»

― Adrien...― enseñándome las tetas descaradamente.― Acaso ya no me piensas tocar.

― Dime, Romina, ¿nunca te cansas de fastidiarme? ¿Crees que tengo ánimo para tus insinuaciones?― respondo con cansancio.

― ¿Acaso ya no me deseas?― insiste, con una mueca de provocación.

― Si... Sabes lo que deseo. Deseo que te pongas a trabajar y me dejes solo.― le sonrió.― ¡Así que largo!― le grito con firmeza, esperando que se dé por aludida.

Ella se marcha, molesta, arreglándose la blusa mientras se aleja.

Estoy harto. Le he dejado claro en innumerables ocasiones que no quiero nada con ella, pero parece que no lo entiende. Desde aquella vez que cedí acostarme con ella, no me deja en paz.

Maldigo el día en que me acosté con ella.

― Señor cavernícola, ¿Cómo le a ido?― Entra Ricardo, bromeando como de costumbre, pero hoy no estoy de humor para sus tonterías.

«Dios mío, ¿hoy haz decidido traerme a todos los payasos para la función?»

― A esa rubiecita le tengo unas ganas...― se sienta frente a mi.

― Adelante, es toda tuya. A ver si de una vez me la quitas de encima.― le respondo, frustrado por la situación.

― ¿Tan intensa es?

― No te imaginas.― mi tono denota exasperación.

― ¿Pero qué le hiciste para tenerla tan loca?

― Sexo. Eso es lo único que puedo ofrecerle, pero ella no colabora. Y cada día está más insoportable.

― Ese geniecito tiene nombre y apellido.― se burla, buscando provocarme.

― Cierra la boca.― le advierto, sintiendo cómo mi paciencia se agota cada vez más.

Me fastidia que venga a mi oficina solo para provocarme.

― Megan... Jones.― lo fulmino con la mirada.― Hermano, ¿Cómo pudiste enamorarte de tu sumisa? ¿Tan bien lo hacía?

― Lárgate, Ricardo, no tengo ni tiempo ni paciencia para escucharte.

― Mira, déjame conseguirte una nueva sumisa. ¿Cuánto tiempo llevas sin una? ¿Una semana? ¿Un mes? Ah, cierto, un año.

Suelta una carcajada y por más que quiero entender su chiste, no puedo.

― Muy chistoso, ¿no?― le recrimino.

― En verdad, debes dejar ese duelo. Mírate, ya no eres el mismo de antes. Y esa barba ya no te hace nada bien. Romina está muy enamorada de ti, hazla tu sumisa.

― ¿Acaso no lo entiendes? Romina solo vale para una noche, no es ni la mitad de lo que era Megan.

― Deja de buscar a Megan en otras personas.― me regaña.― Ella ya no está, se fue a un lugar que nadie sabe. ¿Quién sabe si ya hasta formó una familia y te olvidó?

― ¡Cállate!― le grito.

No soporto la idea de imaginarme a Megan en otros brazos.

― Es la verdad, Adrien. Nadie sabe de ella desde hace un año. Ni siquiera quiso verte cuando se fue.

Más allá del contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora