CAPÍTULO 16

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"Ya destruiste mi vida"

MEGAN

Su mano se tiende hacia la mía, guiándome con cuidado para que pueda bajar las escaleras del jet. Sus labios rozan suavemente el dorso de mi mano, dejándome una sensación cálida que me recorre todo el cuerpo.

― Güzel karım.― murmura, sus ojos brillando con una intensidad que me hace sentir como la única persona en el mundo.

Un hombre de unos cuarenta años se acerca a nosotros con el rostro lleno de preocupación. Se detiene frente a Aslan, mirándome brevemente antes de dirigir su atención completamente a él.

― Efendim, bir sorun vardı.

No entiendo lo que dice, pero por la expresión en su rostro y la reacción de Aslan, algo no anda bien.

― Cariño, quiero que subas al auto, ahora.― dice Aslan con un tono firme antes de alejarse hacia el hombre.

«¿Pero qué diablos está pasando?» pienso mientras me dirijo al SUV negro que nos espera. 

Uno de los guardaespaldas me abre la puerta con respeto, y antes de entrar, echo un vistazo rápido hacia Aslan. Está hablando enérgicamente con el hombre de hace un momento; sus puños están cerrados con tanta fuerza que sus nudillos se ven blancos, y su rostro está tenso de pura furia. Me subo al auto sin hacer más preguntas, pero mi mente se llena de dudas.

Mi mente vuelve inevitablemente a la noche anterior. Los ojos de Adrien golpean en mi mente, como si intentaran reclamar un lugar que ya no debería pertenecerle. ¿Será que en verdad me ama? La noticia de Vladimir sobre Adrien, aquella confesión dolorosa, me hace ver la realidad. Me había resistido a creerlo, pero Adrien me había traicionado. Me prometió amor eterno, mientras otra mujer llevaba en su vientre a su hijo, probablemente con las mismas promesas dulces que alguna vez me hizo a mí.

La puerta del SUV se abre de nuevo y Aslan entra, su rostro tenso y con los ojos evitándome. Algo va mal.

― A la mansión.― Ordena con voz grave a sus hombres.

― ¿Pasa algo?― pregunto, intentando ocultar mi creciente preocupación.

― Problemas de trabajo.― responde de manera automática.

Noto su tensión. El ambiente en el auto es espeso, casi opresivo. Alargo mi mano y toco la suya, que reposa sobre su muslo.

― Estoy aquí para escucharte.― digo con suavidad, intentando conectar con él.― Sé que algo te molesta.

Sus facciones se suavizan de inmediato, y sus ojos, llenos de amor, se posan en mí. Con una ternura infinita, toma mi rostro entre sus manos y me da un beso en la coronilla, haciéndome sentir segura por un instante.

― Solo es trabajo, pequeña. No quiero agobiarte con esas cosas.― me abraza.― Y tú sabes que nunca estaría enojado contigo. Me tienes completamente a tus pies.

― No lo creo.― respondo con una sonrisa juguetona.― Ahora mismo me estás abrazando, y no a mis pies.

Aslan suelta una pequeña risa antes de alejarse un poco. Se inclina hacia adelante, toma mis pies y los coloca sobre sus rodillas.

― ¿Qué haces?― digo, riendo mientras lo observo quitarme los zapatos.

― Poniéndome a tus pies, mi reina.― responde con una sonrisa traviesa, mientras sus labios besan delicadamente la planta de mis pies.

El gesto me toma por sorpresa, y el toque de sus labios me pone la piel de gallina. Una sensación cálida y electrizante recorre mi cuerpo. Me sonrojo, notando que los guardaespaldas nos observan a través del retrovisor, pero a él no parece importarle en lo más mínimo.

Más allá del contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora