"¡Salva a mi bebé!"
MEGAN
Despierto lentamente, o al menos finjo hacerlo, mis párpados pesados y una sensación de desconcierto en mi rostro. Me encuentro tumbada en un sofá lujoso, rodeada por el opulento mobiliario de la sala de eventos. Las luces brillan suavemente, creando un ambiente cálido que contrasta con mi estado de ánimo caótico.
― Megan... Megan, ¿estás bien?― la voz de Aslan llena mis oídos, cargada de preocupación auténtica.
Parpadeo varias veces, enfocando mis ojos en su rostro. Sus cejas están fruncidas, y su expresión de alarma es inusual para alguien tan controlado como él.
― ¿Qué... qué acaba de suceder?― pregunto, mi voz temblorosa y frágil, como si realmente estuviera despertando de un estado de inconsciencia.
― Te desmayaste en el baño.― responde Aslan, tomando mi mano y acariciándola suavemente.― ¿Te sientes bien? ¿Necesitas algo? Llamé a un médico, está en camino.
― No, no... estoy bien.― digo, tratando de sonar convincente mientras retiro mi mano de la suya.― Solo me sentí un poco mareada, probablemente por el calor y la multitud. Ya me siento mejor.
Aslan me observa con una mezcla de escepticismo y preocupación. Sé que no le gusta cuando oculto cosas, pero también sé que hay límites que no puedo cruzar, incluso en mis mentiras.
― Quizás deberíamos irnos a casa entonces.― sugiere, su voz suave pero firme.― No quiero que te pongas peor.
Asiento lentamente, aprovechando la oportunidad que tanto anhelaba.
― Sí, creo que es lo mejor.― digo, con una voz débil pero agradecida.― Gracias.
Besa mi frente.
― Lo siento, bonita.
Él se levanta y me ayuda a ponerme de pie, su brazo rodea mi cintura con un cuidado inusitado. Nos dirigimos hacia la salida, dejando atrás el bullicio de la gala. En el camino, me aseguro de mantener mi expresión débil y agotada, para que no sospeche que mi desmayo fue una farsa.
Mientras nos acercamos a la puerta, mi mente no puede dejar de pensar en Adrien. Espero que haya aprovechado la oportunidad para escapar. Cada paso que doy junto a Aslan es un recordatorio de la vida que he elegido y de los sacrificios que he hecho.
Se que pude haber huido junto a él, pero para que arriesgarnos. Aslan me encontraría hasta por debajo de las piedras y se que lograría deshacerse de la única persona a la que mas odia: Adrien.
Una vez en el coche, Aslan me acomoda en el asiento trasero y se sienta a mi lado. Vladimir hace lo mismo sentándose en el asiento de copiloto. Le da instrucciones al conductor y nos ponemos en marcha. El silencio entre nosotros es pesado, cargado de preguntas no formuladas y respuestas no dadas.
― Megan, sé que estás molesta conmigo.― dice finalmente, su voz baja y seria.― Pero quiero que sepas que estoy arrepentido. Debimos habernos ido cuando me lo pediste.
Lo miro, intentando mantener mi fachada de debilidad.
― No es eso, Aslan.― respondo con voz suave.― Estoy cansada, eso es todo. Necesito descansar.
Él asiente, pero su mirada me dice que no está completamente convencido. Sin embargo, no insiste. El viaje de regreso a casa transcurre en un silencio tenso, cada uno sumido en sus propios pensamientos.
Al llegar, Aslan me ayuda a salir del coche y a entrar en la casa. Me lleva hasta nuestra habitación y me acomoda en la cama.
― Descansa, bonita.― dice, besando mi frente.
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Más allá del contrato
RomansaMegan regresa de su año sabático con un plan de venganza contra Adrien, pero se ve envuelta en un torbellino de eventos cuando es secuestrada por un enigmático individuo del pasado.