CAPÍTULO 10

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"¿Infierno?"

MEGAN

El agua caliente cae sobre mi piel, pero no logra calmar la tormenta en mi mente. Pienso en todo lo ocurrido, en cómo mi vida ha dado un giro tan inesperado y doloroso. ¿Podrá un bebé cambiarme el pensamiento? ¿Podrá esa pequeña vida traerme paz en medio de este infierno? Sé que no podré salir del hueco en el que estoy, pero tampoco quiero traer a un bebé a sufrir en el mismo lugar oscuro donde yo me encuentro ahora.

Salgo de la ducha envuelta en un albornoz. Me dejo caer en la cama, sintiendo el peso de mis pensamientos, cuando la puerta se abre lentamente.

― Buenos días, Megan.― dice Triana, entrando con una bandeja de desayuno en las manos. Sus ojos brillan con una mezcla de entusiasmo y preocupación.― Te traje tu desayuno. Y... bueno, quería felicitarte por el bebé.

La miro, incrédula, y me río amargamente.

― ¿Felicitarme? ¿De verdad, Triana?― pregunto, mis palabras goteando sarcasmo.― ¿Aún no te has enterado?

Triana frunce el ceño, confusa.

― ¿Enterarme de qué?

― No voy a tener ese bebé.― respondo con frialdad, viendo cómo la confusión se transforma en sorpresa en su rostro.

― ¿Qué? ¿Pero por qué?― Triana parece genuinamente desconcertada.― Megan, deberías pensarlo bien. Podrías arrepentirte. Y deberías hablarlo con tu esposo. Este bebé también es de Aslan.

Río de nuevo, esta vez con más amargura.

¿De Aslan? ¿Acaso no sabes que ese bebé no es de él? Ni siquiera me he acostado con Aslan.

― El hecho de que el apellido de Aslan esté a lado de mi nombre no le da ningún poder sobre mí.― digo.

― Megan.― Triana da un paso hacia mí, su voz suave.― Aslan está emocionado con el bebé en camino. No deja de hablar de lo feliz que se siente. Además, me pidió que te dijera que te arreglaras, que en una hora irían al hospital. Agendó una cita con una obstetra para ver cómo está el bebé.

Siento una ola de ira subiendo por mi pecho.

― Dile al señor Aksoy que no iré a ningún lado con él.― respondo, apretando los dientes.

Triana asiente, claramente incómoda, y se da la vuelta para salir de la habitación. Me quedo sola, con la furia y la frustración burbujeando en mi interior. No puedo creer la arrogancia de Aslan al intentar controlar cada aspecto de mi vida.

Entro en el enorme cuarto que sirve de armario está lleno de ropa que nunca he visto antes. Miro alrededor, notando cómo cada prenda parece estar cuidadosamente elegida. Me decido por un vestido negro de terciopelo con mangas cortas y una falda suelta que llega hasta la rodilla. Al ponerme el vestido, me doy cuenta de que toda la ropa es nueva; aún tienen las etiquetas puestas. Aslan tuvo que haberla traído esta mañana mientras dormía. Todo es de mi talla, como si hubiese estado planeado desde hace tiempo.

Reviso más detenidamente y encuentro una variedad de calzado: botas largas y cortas, sandalias, tacones... En otro cajón descubro ropa interior, lencería sexy, brazieres. Todo perfectamente organizado. También hay pendientes y collares que deben costar miles de dólares. Cada detalle parece gritar lujo.

A un lado de mi armario, hay otro similar pero con la ropa de Aslan. Trajes de tonos oscuros, ropa casual cuidadosamente colgada. Paso la mano por los trajes, sintiendo la calidad de las telas. Los zapatos elegantes están alineados con precisión. En un cajón, encuentro corbatas de marcas prestigiosas y relojes costosos. Aslan es claramente un hombre elegante y costoso.

Más allá del contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora