CAPÍTULO 21

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"Dolores..."

MEGAN

Batallo frente al espejo, indecisa. Mi reflejo me devuelve la mirada, y entre mis manos sostengo dos conjuntos de lencería de encaje. ¿Negro o rojo? Me muerdo el labio inferior, evaluando cada opción con cuidado. El negro es clásico, elegante, provocador. El rojo es más atrevido, más descarado. Pero esta noche, quiero algo que combine ambas cosas: elegancia y sensualidad. Me decido por el negro.

A medida que me visto, los recuerdos de anoche vienen a mi mente. Después de la tormentosa cena con la familia de Aslan, regresé a mi habitación sola, sintiendo que había ocurrido una pequeña victoria. Aslan nos defendió, no solo a mí, sino también a nuestra hija. Puso a nuestra bebé en primer lugar, y no puedo olvidar la forma en que le plantó cara a su padre, protegiéndonos de su control y sus planes. Todavía me estremezco al pensar en el momento en que sacó el arma para enfrentarlo, la pasión con la que nos defendió.

Esta mañana, la señora Zeynep fue llevada de vuelta a casa por los escoltas de Aslan, y luego él me sorprendió con algo que no esperaba. Me llevó a un lugar hermoso, un campo verde, tranquilo y lleno de flores, cerca de la mansión. Dijo que sería una sorpresa, y vaya si lo fue. Había preparado un picnic solo para nosotros, algo tan simple y romántico que me desarmó. Siempre ha sido un caballero conmigo, pero hoy fue diferente. Fue tierno, atento... y llevó fresas cubiertas con chocolate. Sabía exactamente lo que necesitaba.

Ahora, mientras termino de colocarme la lencería de encaje negro, me coloco una bata ligera encima. Mi corazón late rápido, y una mezcla de nervios y emoción me invade. Me quedo de pie frente a la puerta de su habitación, dudando por un momento. ¿Debería entrar? ¿O tal vez no? No quiero parecer ansiosa, pero al mismo tiempo, he decidido algo. Estoy lista para dar el siguiente paso. 

Respiro hondo y, sin pensarlo más, abro la puerta sin llamar.

Aslan está de espaldas, sin camisa, con solo un pantalón de franela que cuelga bajo en su cintura. La vista me deja sin aliento. Su espalda es fuerte, amplia, y la luz suave de la lámpara resalta cada músculo marcado de su cuerpo. Mi corazón late con fuerza, y es imposible ignorar la reacción que mi cuerpo tiene ante la mera visión de él.

Al notar mi presencia, Aslan se gira para verme, su mirada cautelosa pero curiosa.

― Bonita, ¿estás bien?― pregunta, con un ligero tono de preocupación en su voz.― ¿Sucede algo?

No le respondo de inmediato. En lugar de hablar, deshago el nudo de mi bata y la dejo caer al suelo, revelando mi cuerpo cubierto solo por la lencería negra. Sus ojos se oscurecen al instante, y veo cómo traga saliva, visiblemente afectado. Me acerco a él con seguridad, sabiendo muy bien lo que mi cercanía le provoca, lo que mi cuerpo le hace sentir. Puedo verlo en sus ojos, puedo sentirlo en el aire cargado de tensión entre nosotros.

― Megan...― susurra, su voz baja y tensa.

Coloco una mano en su mejilla, y su piel es cálida bajo mis dedos. Aslan está inmóvil, como si no pudiera procesar lo que está sucediendo. Lo miro directamente a los ojos, viendo cómo su deseo empieza a tomar forma, cómo su autocontrol se tambalea. Y entonces, noto algo más. Siento su erección crecer bajo su pantalón, un recordatorio de cuánto le afecta mi cercanía.

― Creo que es hora de consumar nuestro matrimonio, querido esposo.― susurro cerca de sus labios, disfrutando del poder que siento en este momento.

― ¿Estás segura?― pregunta, su voz más ronca de lo habitual, casi un gruñido. Sus ojos me devoran, y puedo ver cómo lucha por mantener la compostura.

Más allá del contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora