CAPÍTULO 27

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"Lo sabes" 

ASLAN

Los pensamientos me invaden como una tormenta que no cesa. Cada imagen de Megan riendo, su sonrisa, su manera de acariciar su vientre mientras hablaba con nuestra hija... todo lo que hemos soñado juntos ahora parece desvanecerse en el aire. El futuro que habíamos planeado, la vida que imaginé construir a su lado, pende de un hilo tan frágil que casi no puedo soportarlo.

―Aslan. ―la voz de Aylen me arrastra de vuelta a la realidad. ―Megan está despierta. Nos está esperando en la sala de ecografía para ver cómo sigue el bebé.

Mis piernas se sienten pesadas, como si cada paso que doy hacia ella me acercara más al borde de un precipicio. La preocupación está en los ojos de Aylen, pero lo que más me afecta es lo que dice después.

―Megan no sabe nada sobre lo que está pasando con ella. ―continúa, sus palabras son suaves pero firmes. ―Se lo voy a decir.

―No. ―Mi respuesta sale más rápido de lo que esperaba, casi con desesperación. La idea de que Megan sepa lo cerca que está del peligro me aterra. ―No se lo digas. No aún.

Aylen frunce el ceño, mirándome con una mezcla de incredulidad y comprensión.

―Aslan, no puedo ocultárselo. Tiene derecho a saber lo que está sucediendo. No podemos jugar con su vida, ni con la del bebé. Si no le decimos nada, no podrá tomar decisiones informadas sobre su propia salud.

―Decírselo puede ser peor para ella. ―replico, mi voz cargada de frustración. ―Megan... no puede soportar más presión. La idea de que su vida y la del bebé están en peligro... no lo resistirá. Yo... yo puedo decirle. Encontraré la manera de hablar con ella.

Aylen duda por un momento. Veo la lucha interna en sus ojos, sabiendo que lo que digo es cierto en parte, pero también consciente de su responsabilidad médica. Después de unos segundos, finalmente asiente con una leve inclinación de cabeza.

―De acuerdo. ―dice lentamente. ―Pero tendrás que decirle pronto. No podemos perder tiempo, Aslan. Y también debes saber que Megan tendrá que quedarse en el hospital el tiempo que dure el embarazo.

Esa afirmación me deja sin aliento, pero lo peor aún está por venir.

―Además ―continúa Aylen ―, tendrá que usar una cánula nasal para asegurar que recibe suficiente oxígeno. Nos dimos cuenta de que su saturación de oxígeno en la sangre está por debajo de los niveles normales, lo que puede ser peligroso para ambos, especialmente para el bebé.

―¿Qué tan peligroso? ―pregunto, mi tono más grave, mi cuerpo tenso como una cuerda a punto de romperse.

―El bebé necesita que el cuerpo de Megan esté en condiciones óptimas para recibir suficiente oxígeno y nutrientes. ―explica, su rostro completamente serio. ―Si su cuerpo no recibe el oxígeno adecuado, el desarrollo del bebé puede verse comprometido. Lo más alarmante es que una cesárea en este momento sería extremadamente peligrosa. El bebé aún es demasiado prematuro, y si realizamos una intervención ahora, las probabilidades de que el bebé sobreviva fuera del útero son muy bajas. Su sistema respiratorio aún no está lo suficientemente desarrollado, lo que significa que podría nacer con complicaciones graves o no sobrevivir. Necesitamos ganar tiempo.

Cada palabra que Aylen dice es como un golpe directo al corazón. Mi mente se agita, tratando de entender cómo llegamos a esto, cómo todo lo que hemos trabajado por mantener está ahora tan cerca de derrumbarse.

―¿Cuánto tiempo necesitamos? ―pregunto, mi voz más débil de lo que quisiera.

―Unas semanas más. ―responde Aylen. ―No podemos apresurar esto, pero tampoco podemos arriesgarnos demasiado. Cada día cuenta.

Más allá del contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora