"No sé si puedo..."
MEGAN
Cuando llegamos al hotel, el aire entre nosotros está cargado de una tensión eléctrica. Cada mirada, cada toque, parece amplificar esa atracción que siempre ha estado ahí, pero que ahora, después del día que hemos tenido, parece aún más intensa. Aslan me mira con esos ojos que me desnudan el alma, y mi corazón late más rápido bajo su mirada, aunque intento mantenerme calmada.
Cerramos la puerta detrás de nosotros, y casi de inmediato, sin palabras, Aslan comienza a desvestirse. Me mira mientras se quita la chaqueta y la camisa con una calma que me pone nerviosa, pero a la vez me excita. Mi respiración se vuelve un poco más pesada mientras lo observo, el aire se siente más espeso, más denso. Se acerca a mí con ese andar seguro y tranquilo, como si supiera exactamente lo que me hace sentir cada vez que está cerca.
Aslan pone sus manos en mis hombros, y sin decir nada, empieza a besarme con suavidad. Sus labios rozan mi cuello, descendiendo lentamente hasta mi clavícula, y siento cómo la piel se me eriza al contacto de su boca. Besa mis hombros con ternura, deslizando los tirantes de mi bra hacia abajo con una paciencia que casi me desespera, como si quisiera tomar cada segundo y saborearlo.
Yo correspondo a sus besos, cerrando los ojos y dejándome llevar por la sensación de sus labios sobre mi piel. Mi cuerpo responde de inmediato, el calor sube y mi mente se nubla con cada beso que me da. Siento cómo desabrocha el broche de mi sujetador, liberando mis pechos, y no puedo evitar soltar un pequeño suspiro cuando sus manos rozan mi piel desnuda. Mi vientre abultado, ya tan evidente en mi embarazo, hace que sienta una punzada de inseguridad.
― Aslan...― murmuro, tratando de apartar mis inseguridades.― No sé si puedo...
Me recrimino mentalmente por sentirme así, por pensar que mi cuerpo ya no es capaz de darle placer como antes. Mi vientre me estorba, me siento torpe, y aunque lo deseo más que nada, no puedo evitar pensar que no puedo hacer el amor "bien".
Aslan se detiene y me mira a los ojos con una ternura que me deja sin aliento. Acaricia mi mejilla suavemente, sus dedos rozando mi piel con delicadeza, como si quisiera borrar cualquier duda que tuviera en la cabeza.
― Eres hermosa.― me dice, con una voz que no permite discusión.― Así como estás, eres perfecta.
Sus palabras son como un bálsamo, y aunque la inseguridad sigue ahí, no puedo evitar sentirme un poco mejor. Se inclina hacia mí, besando mi vientre con ternura, como si quisiera hacerme entender que no hay nada que cambiar, que me ama tal como soy en este momento.
― Y cuando nazca nuestra hija.― añade, con una sonrisa traviesa.― podremos recompensar todos estos meses. Pero ahora mismo, esto es perfecto.
Sus palabras me reconfortan, pero también me provocan. La forma en que me mira, como si fuera lo único que le importa en el mundo, me hace sentir deseada de una manera que pocas veces he experimentado. Me siento tentada a devolverle el gesto, a mostrarle que todavía puedo volverlo loco, incluso con mi cuerpo cambiando por el embarazo.
Con una sonrisa pícaramente, lo empujo suavemente hacia la silla que está junto a la cama. Aslan se deja llevar, observándome con curiosidad mientras yo bajo lentamente sus pantalones, hasta que queda solo en ropa interior. Puedo ver su erección tensando la tela, y la forma en que me mira hace que me sonroje, pero no me detengo.
Me inclino hacia él, arrodillándome suavemente frente a la silla. Mis manos recorren sus muslos, subiendo lentamente mientras mis dedos rozan la tela de su ropa interior. Aslan cierra los ojos por un segundo, disfrutando del toque de mis manos. Deslizo sus bóxers hacia abajo con cuidado, liberando su erección. Su respiración se vuelve más pesada cuando lo tomo entre mis manos.
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Más allá del contrato
RomanceMegan regresa de su año sabático con un plan de venganza contra Adrien, pero se ve envuelta en un torbellino de eventos cuando es secuestrada por un enigmático individuo del pasado.