CAPÍTULO 12

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"Conmigo estás a salvo"

MEGAN

Coloca su maleta y la mía en la parte trasera del Mercedes negro. Triana sale para despedirse, llevando un jarrón de agua. Frunzo el ceño, confundida. Ella se acerca a mí y me da dos besos.

― Cuídate mucho, mi niña hermosa, y cuida también al bebé que llevas dentro.― dice con una sonrisa cálida.

― Gracias.― respondo, recordando a mi nanita Dulce, quien siempre me despedía con palabras llenas de amor. Un nudo se forma en mi garganta.

¿Qué será de ella? ¿Aún me recordará y deseará verme como yo a ella? Las lágrimas amenazan con salir, pero las contengo.

Aslan me abre la puerta del copiloto. Entro y él cierra la puerta. Lo veo despedirse de Triana a través del espejo retrovisor antes de dirigirse al asiento del piloto. Arranca el auto y noto cómo Triana lanza el agua al suelo mientras nos alejamos.

― ¿Estás bien?― me pregunta Aslan, notando mi confusión.

― ¿Por qué lanzó agua cuando partimos de la mansión?― pregunto, sin entender.

― Es una costumbre aquí en el país. Nos está deseando mucha suerte y bendiciones en el camino, cariño.― explica con una sonrisa.

Un auto se coloca detrás de nosotros y empiezo a entrar en pánico.

― Son nuestros escoltas, bonita. Necesito que dejes de preocuparte.

― No puedo evitarlo.― respondo, tratando de calmarme.

― Megan, quiero pedirte disculpas por lo que pasó en la cocina. No quise incomodarte...

― Está bien, déjalo así.

― Simplemente anhelaba volver a tocar tus labios. Aunque no lo hice como quería, solo con tocarlos me trajeron paz, la paz que necesito ahora.

― Para, por favor.― le suplico.― No quiero hablar de eso.

Durante el trayecto al aeropuerto, mi mente no deja de proyectar imágenes de Aslan. ¡Maldita sea! No quiero pensar en él, ¡joder! Pero me resulta difícil. Las imágenes de él tocándome en el establo en mi rancho de Canadá, su calor, su aroma, sus caricias, sus besos... Siento que estoy hiperventilando.

― Megan, me asustas, ¿te encuentras bien?― Aslan toca mi pierna y me mira preocupado, eso me sobresalta.

No había notado que ya estábamos en el aeropuerto, frente a un jet privado.

― Megan, dime algo y no me asustes... Si te sientes mal, vamos a un hospital. No me importa el jodido viaje...

Lo interrumpo poniendo mi mano sobre su mejilla. Bajo mi mirada a sus labios. Veo cómo traga grueso. No sé qué me sucede, pero solo deseo una cosa en este momento.

Me acerco más a él y lo beso. Cierro mis ojos para disfrutar el momento mientras sus labios se mueven junto a los míos. Él toma mi cabello con sus manos y me atrae más hacia él. Sus labios son tan suaves que parece que estoy tocando el cielo con mis manos.

Las cosas comienzan a subir de nivel. Puedo sentir su calor corporal, al igual que él puede sentir el mío. Con una de sus manos, tira de su asiento hacia atrás y me sube encima de él, dejándome a horcajadas. Sus manos se meten dentro de mi abrigo y acarician mi espalda. Suelto un jadeo en su boca, no solo por su caricia, sino porque también siento su erección crecer bajo sus pantalones. Esto me calienta y excita.

Quito mi abrigo por mi cabeza y lo tiro detrás del auto. Su lengua se abre paso y se encuentra con la mía. Sus manos bajan hasta tocar mi trasero.

¡Maldición! La ropa me estorba.

Más allá del contratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora