𝐄𝐕𝐄𝐑𝐌𝐎𝐑𝐄 | Amanda Evermore vive en el distrito uno, criada desde pequeña para ser una guerrera y así, cuando tuviese la mayoría de edad y estuviera totalmente lista, se uniría a los juegos del hambre como voluntaria para dar orgullo a su dis...
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𝐄𝐕𝐄𝐑𝐌𝐎𝐑𝐄 ⌇ ☾ ❪ chapter fifteen ❫ ೋ ۫ ₊˚ today is the day ˚₊ ۫ ۫
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Durante mi primera noche consciente fuera de la arena no puedo dejar de darle vueltas a los Juegos, los revivo una y otra vez, sin mentir, hay momentos en los que siento que mi cómoda cama es el duro y frío suelo de la cueva.
Tengo que abrir los ojos, mirar unos segundos a mi alrededor y convencer a mi cabeza que ya pasó. Sin embargo, está también es la primera noche en la que no estoy con Peeta a mi lado, vigilando que nada malo nos pase, me siento tan rara que me he decidido que dormir no será un plan de esta noche, así que me levanto de la cama y voy directo al pasillo, junto a la ventana donde hablé con él luego de que me declara su amor.
Eso también lo revivo, porque necesito aclarar lo que siento por él. Por Peeta, el dulce y rubio chico que apenas conozco. ¿Me gusta? ¿Acaso lo amo? Si lo es, ¿Es así cómo se supone que se debe sentir?
Supongo que sí. Lo es, definitivamente me ha cautivado, porque con tan solo escuchar su nombre sonrío, con tan sólo verlo siento una pizca de seguridad y con tan solo tenerlo a mi lado, tomados de las manos, siento que todo podría mejorar. Él es como el sol en un cielo liso, yo soy el cielo, el azulado cielo claro que espera al sol para iluminarse.
Me siento sobre el suelo en el pasillo, junto a la enorme ventana que da a la ciudad y me quedo ahí un buen rato, hasta quedarme dormida con la cabeza recargada en esta misma. Las pantallas brillan con nuestra entrevista, muestran algunas escenas de nosotros saliendo de la arena y otro par viéndonos tan enamorados.
Fuera de las cámaras puedo sentir y aceptar lo que ya es un hecho, el único problema es cómo se lo diré sin que crea que se lo digo por obligación. Debo encontrar un momento, eso sí, quizá cuando estemos en el distrito uno, cuando las cámaras hayan desaparecido y sea yo otra vez.
Todo ha sido tan repentino que el sol me despierta de golpe y me percato que me he quedado ahí toda la noche, así que me levanto de golpe y camino devuelta a la habitación.
Por suerte no hay nadie despierto a esta hora así que vuelvo a la cama con mucha calma hasta que dos horas después, Kenna toca mi puerta.
—Buenos días— dice ella —Es hora del desayuno, hoy es el día.
Sé a lo que se refiere con hoy es el día, así que me levanto ansiosa y desayuno mientras ella me maquilla.
—¿Cómo te sientes? ¿Pudiste dormir?— pregunta, cuando añade máscara de pestañas a mis ojos.
Mastico la cucharada del cereal y asiento —Sí, bastante.
—¿Estás segura?
—Sí, el piso del pasillo es muy cómodo para dormir.
