𝐄𝐕𝐄𝐑𝐌𝐎𝐑𝐄 | Amanda Evermore vive en el distrito uno, criada desde pequeña para ser una guerrera y así, cuando tuviese la mayoría de edad y estuviera totalmente lista, se uniría a los juegos del hambre como voluntaria para dar orgullo a su dis...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐄𝐕𝐄𝐑𝐌𝐎𝐑𝐄 ⌇ ☾ ❪ chapter twenty ❫ ೋ ۫ ₊˚ win to be an Evermore ˚₊ ۫ ۫
━━━━ ★ ━━━━
Me paso toda la noche en vela, cuidando de Lucien durante horas porque temo que algo le pase mientras no estoy. En algún punto me destroza la idea de que se muera por el estado tan delicado en el que llego... tan palido y tan muerto.
Quiero creer que nada es sobre mi... ¿pero y si lo es? ¿Y si todo esto es para lastimarme? ¿Y si ya empezó?
Me sobresalto cuando siento a Sage tomarme del hombro, así que lo miro confusa.
—Ve a dormir— me ordena —Yo me quedo a cuidarlo.
Niego —No tengo sueño, gracias.
En realidad, me atrape cabeceando un par de veces.
—Bueno, me quedaré aquí de todos modos— dice.
Recargo mi mejilla sobre la palma de mi mano, sin soltar la otra mano de mi hermano ni un solo segundo.
—Él se quedaría despierto cuidando de nosotros— mencioné —Lo haría, por eso lo haré por él.
Aquello lo hace sonreír —Sí, Lucien habría estado despierto toda la noche hasta no ver que despiertes.
Lo observo —Tambien lo haría por ti, Sage.
Niega, no aceptando ese hecho —No creo que lo haga, no he estado mucho en casa los últimos años.
—Porque estás ocupado siendo atormentado por los Juegos, él lo sabe.
Baja la cabeza, observando a nuestro hermano moribundo. Lleva una venda poco ensangrentada sobre su hombro, la palidez de su rostro aún no se va del todo y parece estar en un sueño muy profundo desde que se desmayo cuando entrábamos por la puerta a gritos por ayuda.
—¿Cómo está tu cara?— inquiere, tomando de mi mentón —Tienes una sesión de fotos la siguiente semana.
Me fastidio, así que aparto su mano de mi cara —No es eso lo que me preocupa ahora.
—No, lo sé, pero sigo buscando una excusa para ese rasguño, al capitolio no le va a gustar que su vencedora favorita sea una rebelde.
Encogí mis hombros —Tal vez eso soy.
—No— regaña —No lo digas, no aquí.
—¿Por qué no? Tu ya lo viste, Sage, a donde voy causó problemas.
—¿De verdad crees que esto es por ti?— cuestiona incrédulo.
Asiento —¡Sí, sí lo creo porque lo es!
—No sabes de lo que estás hablando.
—¿Oh, de las bayas? Sí, de eso hablo— hago una pausa —Porque si no fuera por mis estúpidos impulsos nada de esto estaría pasando, Lucien estaría bien, tu estarías bien, el distrito estaría bien y todos los demás.