𝐄𝐕𝐄𝐑𝐌𝐎𝐑𝐄 | Amanda Evermore vive en el distrito uno, criada desde pequeña para ser una guerrera y así, cuando tuviese la mayoría de edad y estuviera totalmente lista, se uniría a los juegos del hambre como voluntaria para dar orgullo a su dis...
El sol apenas llega al alba y yo me siento agradecida por otro día en la arena, con Peeta tomando de mi mano y todo el grupo dormido a excepción de mi hermano, Sage está tendido en el suelo haciendo guardia y bastante alejado del resto.
Lo miró confundida y me doy cuenta que está mirando al alba, así que me siento junto a él y le doy mi mejor sonrisa hasta que recuerdo a Kenna. He estado evadiendo la idea de decirle lo que le pasó porque no quiero romperle el corazón y tampoco quiero que sienta que ya no le queda nada, sin embargo, por alguna razón, me siento bien cuando lo descubre por si solo.
—Está muerta, ¿Verdad?— pregunta con crudeza.
—¿Cómo lo sabes?
—No eres muy buena guardando secretos, noté como me has estado mirando desde que nos reencontramos— asiente un poco —Lo supuse, creo.
Enrollo mi brazo con el suyo, recargando mi mejilla en él —Lo lamento, Sage.
Mis ojos se ponen llorosos y me dejó, porque entiendo perfectamente que no he podido procesar todas las emociones de los últimos días.
—Tengo el presentimiento de que todo va a terminar— me dice —¿Tu no?
Niego —Siento que estaremos aquí toda una eternidad.
Me mira —Amanda, solo recuerda quien es el verdadero enemigo.
Mi ceño se frunce, recuerdo haber escuchado eso de Haymitch antes de venir, pero no lo comento, no sé por qué, pero no lo hago.
—¿Cómo te sientes?— pregunta de golpe y entonces entiendo que solo lo pregunta para seguir con el juego del bebé inexistente.
Encogí mis hombros —Bastante hambrienta, para ser honesta.
Si estaré embarazada debo aprovechar para comer todo lo que quiera, así que Sage me pasa su parte de los pedazos de pan que enviaron del distrito de Finnick para todos y yo disfruto de un buen desayuno de pan.
—Deberías irte a dormir— recomiendo a mi hermano.
—¿Acaso mis ojeras no me hacen lucir más misterioso?— bromea, haciéndome reír.
Niego —En absoluto, pareces un mapache, ve a dormir.
Bufa con aire de ofendido y obedece yéndose a dormir un rato. Me quedo sola las próximas dos horas, deben ser como las ocho treinta, aunque el sol sigue subiendo, poco a poco me empiezo a aburrir con todos dormidos.
—¿Sage te ha dejado sola? Que milagro— escucho la voz de Peeta, haciéndome saltar en mi lugar.
