𝐄𝐕𝐄𝐑𝐌𝐎𝐑𝐄 | Amanda Evermore vive en el distrito uno, criada desde pequeña para ser una guerrera y así, cuando tuviese la mayoría de edad y estuviera totalmente lista, se uniría a los juegos del hambre como voluntaria para dar orgullo a su dis...
Jamás imaginé que dormiría tan tranquila estando en la arena, de hecho, no creí que fuera posible hasta ahora. Estoy echada sobre el suelo junto a Peeta, con la mirada al cielo y la respiración lenta cuando de pronto...
—¡Muévanse! ¡Corran!— grita Katniss, pero tardo diez segundos en recuperarme.
Finnick se echa a correr y yo intento averiguar de qué, hasta que la tengo demasiado cerca. Mis ojos se abren de par en par y algo —Katniss— me jala del brazo para empezar a correr tras los demás.
Mis piernas se levantan alto y corren lo más rápido que pueden, aunque por la oscuridad y las ramas en el suelo es difícil ver dónde pisas y qué. Tropiezo tres veces antes de caer por completo y golpear mi cara contra la arena, que me desconcierta un buen rato, el suficiente para sentir la neblina venenosa hacer efecto en mi espalda.
Escucho pasos que se acercan a mi pero tomo la valentía y el dolor para levantarme y correr otra vez. Formo una mueca y tomo a Peeta del brazo cuando veo que titubea un poco, quizá por el impacto de esta mañana, aún así, intento dirigirlo en los mismos pasos que yo para que la neblina no lo alcance también.
—¡Vamos, vamos, corran!— nos grita Finnick desde la distancia, está bastante lejos debido a que supo reaccionar más rápido que nosotros.
Aquello me obliga a aferrarme más al brazo de Peeta y prácticamente cargarlo de un lado, sin embargo, algo hace click y él cae al suelo conmigo siguiéndole el paso. Katniss es rápida y se acerca a ayudarnos, pues la pierna artificial del chico se ha enganchado con una de las enredaderas.
Intento ayudarlo, pero al agacharme siento el dolor en la espalda de hace rato, no por la neblina, si no por las posibles quemaduras que llevo ahora mismo. Las cuales sin duda me sacan un quejido de dolor.
La neblina nos alcanza a los tres y ahora sí que estamos en problemas, pues si bien el dolor no es lo único, parece que moriremos en cualquier momento por las ampollas que nos rodean en cuerpo.
—Peeta— susurró, tratando de cargar al chico —Katniss, corre.
La mencionada me mira confundida cuando apenas podemos avanzar.
—No los... dejaré— suelta un grito ante la neblina, así que avanzamos más.
—¡Se acabó, corre!
Sin embargo, no me hace caso, intenta seguir caminando pero es inútil, las piernas de Peeta apenas se mueven y yo siento que me desmayaré en cualquier momento. El frío y el sueño se apoderan de mi cuerpo, como si fuera a colapsar, tiemblo sin control y no encuentro como pararlo.
