Bienvenida a Luarca

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Chiara observa el paisaje desde el taxi que está acercándose a su próximo destino, el cual empezará a formar parte de su aventura, al menos durante unos meses. La joven cantante tiene entre manos el proyecto de su vida, su primer disco. Es una oportunidad de oro para por fin dedicarse a lo que siempre quiso, la música. Una discográfica por fin había apostado por ella, y ya empezaba a trabajar en su proyecto, pero necesitaba letras, necesitaba sentarse con ella misma y escribir, hacer música, y terminar de convencer a la discográfica de que la apuesta por ella era segura.

Se para a recordar todas las veces que creyó tocar fondo, que no conseguiría su sueño, y sonríe por lo que está por venir, porque por primera vez, ella tiene en sus manos que su sueño se haga realidad. Luego todo su éxito dependerá de que al público le lleguen sus canciones y acoja este álbum que se empieza a cocinar a fuego lento. Pero Chiara siente que cada bolo de verano mientras sus amigos disfrutaban de las fiestas, cada día de estudio intenso en casa o en la academia de música, están a punto de dar sus frutos y no puede evitar sentir un cosquilleo de emoción y orgullo.

Cuando le comentó a sus amigos Martin y Ruslana sobre su intención de centrarse exclusivamente en su nueva música durante unos meses y dejar los bolos a un lado, Ruslana le dio la idea de mudarse temporalmente a casa de un amigo suyo, Álex, quien vive en un bonito pueblo pesquero llamado Luarca. Con una sola llamada, Ruslana hizo que Chiara tuviera un plan y un sitio donde quedarse, pues aunque en principio Álex le propuso quedarse en una habitación libre que tenía en su casa, la chica no quería ser una molestia y lo rechazó educadamente. La suerte es que la tía de Álex tenía una pequeña casita en alquiler por la que Chiara no dudó en preguntar, y así encontró su temporal pero nuevo hogar.

Sale de su ensimismamiento cuando el taxista le avisa de que están a punto de llegar, y ahí es cuando se fija un poco más en lo que los rodea mientras el coche sigue avanzando. Casas blancas, algunos niños corriendo y jugando en pequeñas plazas, mientras sus familias los vigilan desde algunas mesas en bares de los que salen y entran camareros llevando pedidos.

Luarca es un pueblo muy pequeño, tranquilo, familiar, con poco más de cuatro mil habitantes, lo cual hace que Chiara lo sienta como un sitio idóneo para centrarse en sus letras y su música. Sin los estímulos de la ciudad, siente que será más fácil dejar a un lado todo el ruido que Madrid le aporta en muchas ocasiones.

- Pues ya hemos llegado - dice el taxista mientras estaciona el coche delante de una casita blanca en una calle de suelo empedrado. Chiara está totalmente enamorada de la fachada que tiene delante.

Cuando sale del coche, puede observar con más detenimiento la estructura que se alza ante ella. La casa blanca tiene dos ventanas en la parte delantera de la misma, adornadas con algunas plantas y flores en los poyetes de las mismas. Una puerta marrón termina de adornar una presentación que aunque simple, denota paz y calma.

Cuando consiguen descargar el coche con sus maletas, guitarra y teclado entre ella y el taxista, Chiara llama al timbre de aquella casa, esperando que la tía de Álex, Carol, abra la puerta. Cuando ésta lo hace, no puede reprimir una sonrisa tímida y nerviosa ante el gran recibimiento que la mujer, de unos cincuenta años, le tiene preparado.

- ¡Tú debes de ser Chiara! Pero qué guapa eres, por favor entra, déjame que te ayude con todo eso - Chiara se deja ayudar por la mujer, y rápidamente colocan todo en el salón que se descubre nada más entrar en aquella casa.

- Encantada, Carol, muchas gracias por todo, no sabes lo afortunada que me siento de haber encontrado una casa tan rápido.

- Anda ya, el favor me lo haces tú a mí, esta casa lleva mucho tiempo abandonada, y es una pena, es una casa muy bonita para estar cerrada, le vendrá bien un poco de juventud y alegría.

Letra y Música - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora