La libreta

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En cuanto Álex y Chiara se dan la vuelta, Violeta siente las miradas de sus amigos sobre ella.

-¿Qué?

Ninguno se atreve a decir nada, aunque la mayoría muestran una sonrisa acompañada de miradas cómplices entre ellos.

-Menos mal que estás liada con Natalia, sino cualquiera pensaría que te quieres comer a la nueva. - Álvaro como siempre puso final al silencio establecido.

-¿Pero qué dices? ¿Ya no se puede ser simpática con la gente o qué?

-Yo solo digo lo que todos pensamos en esta mesa.

Violeta frunce el ceño y se cruza de brazos un tanto molesta. Ella solo quería ser simpática con una chica que acaba de llegar y no conoce a nadie. Sabe perfectamente lo difícil que es a veces encajar en un sitio nuevo y quería ser agradable.

-Pero no te enfades, que si no te gusta a ti, ya estoy yo dispuesta a ayudarle en lo que haga falta - Salma se ríe y le da un suave golpe con el codo a Violeta. - Menudos ojos que me trae la chavala.

-Ni siquiera sabes si le gustan las chicas. - responde cortante.

Violeta se fija entonces en que Denna tiene la mirada perdida en algún punto de la mesa que tienen delante.

-Denna, ¿estás bien?

Pero Denna no contesta a su pregunta, se limita a asentir muy levemente con la cabeza, pero sin borrar la expresión seria de su cara. Violeta sospecha que el tema que la tiene así tiene que ver con el chico que se acaba de marchar con la chica nueva.

-¿No pensarás que Álex tiene algo con esa chica, verdad? - Violeta pregunta con voz calmada.

Sabe que ha dado en la tecla justa cuando Denna levanta la cabeza despacio y la mira con ojos de súplica, como diciendo Por favor, ahora no, delante de todos no. Pero Violeta no puede dejarlo pasar, no cuando ella sabe de primera mano que su amiga va a comerse la cabeza con cosas que ni sabe a ciencia cierta. Y no le hace falta añadir nada más, pues es Juanjo el que echa una mano en esta ocasión.

-Almudena, te pido por favor que dejes de rallarte ahora mismo. Álex ha estado perdido por ti literalmente toda su vida, pero es un cagón que no se atreve ni a mirarte.

-¿Y tú eso cómo lo sabes? Podría estar conociendo a esa chica y ninguno podemos afirmar lo contrario - apunta ahora Denna con un tono de voz grave y susurrado.

-Nena, Álex solo necesita un empujoncito, y capaz que la guiri esta ya se lo ha intentado dar también. Sino, ¿de qué nos iban a invitar a nosotros a una fiesta con ellos? - Álvaro calla un momento - Bueno, quizá es otra interesada en comerse a alguien de esta mesa - mira a Violeta con cara de pillo.

-No sigas por ahí, que al final me voy a enfadar de verdad.

Álvaro sube los brazos en gesto de paz mientras Juanjo le ríe la gracia.

-Pues ya podría ella presentarnos a alguien también, ya que está - Juanjo no tiene remedio, piensa Violeta.

-Denna, de este fin de semana no pasa, vamos a ir a esa fiesta y vas a aclarar las cosas con él - apunta Violeta hacia su amiga. A su lado, Salma asiente y anima a la chica con caricias en su espalda.

-Pero...

-Pero nada, ya me has oído. Ya está bien de jugar al tira y afloja pero nunca atreveros a dar el paso.

Cuando pagan la cuenta, se despiden y cada uno se dispone a volver a sus casas. Violeta comparte piso con Denna y Salma, por lo que el camino se hace muy ameno. Las tres chicas se conocieron al poco tiempo de que Violeta se mudara a Luarca. Primero conoció a Denna en un curso de repostería que decidió iniciar. Sí, repostería. La verdad es que tras unas semanas en las que se sintió muy sola, pues no sabía cómo hacer amistades en un pueblo tan pequeño en el que ya todo el mundo tenía un grupo social, decidió apuntarse a algún taller que le diera oportunidad de abrirse a gente nueva. La rubia fue simpática con ella desde el primer momento, y no dudó en integrar a la pelirroja en su grupo de amigos. Así es como conoció al resto, incluida Salma. Al tiempo, cuando ya todos conocían al curioso trío como las Supernenas, Denna propuso mudarse juntas, pues llevaba un tiempo pensando en emanciparse y salir de casa de sus padres. Esto les pareció bien a las otras dos chicas, sobre todo a Violeta, que tenía la necesidad de compartir su día a día con algo más que las cuatro paredes que la veían escribir durante toda una larga jornada.

Letra y Música - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora