Oscuridad

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Una sensación de calor se apodera de su cuerpo. Su ritmo cardíaco se acelera y siente palpitaciones en el pecho. Un sudor frío se instala en su nuca. Toda su espalda se tensa y su mandíbula se aprieta de tal manera que siente rechinar sus dientes. Sus puños se cierran, clavando sus uñas en las palmas de sus manos, y su respiración se agita levemente, aunque consigue que no se note demasiado.

Sus ojos hacen un repaso de la escena, de las dos personas que sonríen delante de ella. Trata de mantenerse firme, de no dejar que se perciba el leve temblor que siente en sus piernas. No puede creer que tenga delante a la persona que está haciéndole la vida imposible a Chiara. Que se atreva a venir hasta su casa. ¿A hacer qué? No puede permitirlo.

-¿Qué haces tú aquí? - Le pregunta directamente a Paula. No se va a andar con rodeos.

Leire trata de pasar dentro de la casa pero Violeta es más rápida y se interpone en su camino. Coloca una mano en su pecho y la empuja para que quede fuera de su casa. Salma se acerca rápidamente hasta ellas.

-Violeta, ¿qué haces? - Pregunta, claramente molesta al ver que no deja pasar a Leire.

-No van a entrar en esta casa. Ella, concretamente, - señala a Paula. - no va a entrar aquí.

-A ver, creo que estás exagerando. - Dice Salma con calma. - Vale que sea la ex de Kiki, pero creo que no va a pasar nada por que se vean en una fiesta.

-A lo mejor está preocupada por que se repita lo inevitable. - Suelta Paula con una mueca burlona, participando en la conversación por primera vez.

Violeta se tensa al sentir su voz y el tono que usa. Es tan desagradable que una parte de su corazón se rompe al pensar en lo que Chiara debe haber sentido estando a su lado. Ha intentado mantener la calma, pero no puede.

-Más te vale callarte. - Le apunta con el dedo. - Porque no te conviene enfadarme.

-Violeta, te estás pasando. - Le avisa Salma.

-Salma, te pido por favor que si no sabes de qué va el tema te calles. - Suelta Violeta sin siquiera mirarla, tras lo que se vuelve a dirigir a Paula. - No voy a permitir que te acerques a ella, que te quede claro.

Una sonrisa maliciosa se plasma en su cara. La pelirroja vuelve a sentir un escalofrío desagradable que recorre su cuerpo.

-Eso está por ver.

-¡Tú! ¿Qué haces aquí, tremenda hija de puta? - Ruslana llega hasta la puerta, fuera de sí. Violeta alcanza a sostenerla justo cuando se iba a abalanzar contra Paula.

-Tranquila. Ya se iba, ¿verdad?

-Hola, Rus. ¿Qué tal estás, amor? - Pregunta Paula con una risita divertida, ignorando el comentario de Violeta. - ¿No está por ahí tu amiguita para recibirme?

Ruslana trata de zafarse del agarre de Violeta, que aprieta con fuerza para sostenerla a su lado. Martin, que también se percata de lo que ocurre, se acerca a la escena para ayudar a la pelirroja con su amiga. Rodea su cuerpo, atrayéndola hacia sí, y encara a Paula.

-Creo que deberías irte. Por el bien de todo el mundo. Porque te aseguro, - Le dirige la mirada más seria que Violeta haya podido ver en él, siendo Martin el chico más amoroso y dulce que ha conocido nunca. - que si no te vas ahora, no impediré lo que Ruslana quiera hacer. Y no creo que te convenga, precisamente.

-¿Me estáis amenazando?

-Sí. - Dice Ruslana, desafiante. - Y ahora vete. Porque no creo que te interese conocer la furia ucraniana y te aseguro que estás comprando todos los boletos para que te toque.

Letra y Música - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora