El mejor equipo

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El despertar de mis latidos junto a tu cuerpo caliente,

pensando en el recuerdo de recorrerte.

Un fuego se enciende en mi mente,

siento de nuevo esa punzada latente.

Quiero ser la que descubra tus lunares,

la que cada noche suspire tu nombre al oído,

la que escuche tus súplicas,

mientras soplo tus sentidos.

Saborear tus labios de miel,

sacar brillo a las constelaciones de tu piel,

erizar cada poro de ti,

que tus ojos se claven en mí.

Oler tu perfume en la almohada,

volver a lavar las sábanas.

Cantar bajito en tu boca,

suspirar que me vuelves loca.

Tu rostro merece ser navegado con tiempo y calma.

Mis dedos se pasean por el mapa de tu espalda.

Siempre parece haber demasiada distancia.

Aunque mis manos te naveguen con elegancia.

Deja que mi lengua recorra ese camino,

deja que aparte todo el frío.

Que mi cuerpo sea tu manta,

que te cubra de los miedos que te alarman.

Tu cama es el campo de batalla,

los besos las mejores armas,

no queda munición para tanta necesidad,

tendremos que conformarnos con intensidad.

Mañana podemos obviarlo,

pero hoy me atrinchero en tu cuarto.

El consuelo de dos enamoradas,

olvidarse del mundo durmiendo abrazadas.

Violeta lleva un rato despierta, escribiendo en su libreta mientras los recuerdos de anoche no paran de dar vueltas en su cabeza. Cuando consiguieron recoger y adecentar el estudio de Josep y borrar cualquier rastro de ellas, se fueron a la habitación de Chiara a dormir. Pero aunque la menorquina insistía en descansar, la motrileña no lo tenía tan claro, pues tenía sed de su chica. Acabó convenciéndola a través de besos húmedos en su piel de que necesitaba calmar esa necesidad de amarla. Así lo hizo, recorriendo a besos cada parte de su cuerpo, dejando que su boca y sus manos hablaran por ella, admirando sus curvas. Pues todo el amor que sentía en ese momento, y la inevitable oxitocina explotando en su cuerpo le pedía devolver cada sensación que la morena le había regalado momentos antes. Le hizo el amor como nunca antes, poniendo atención y mimo a cada parte de ella, acariciando cada esquina de piel y dejando que los suspiros silenciosos de Chiara guiaran su camino. Y la ojiverde se dejó envolver por ella, dejándose llevar y disfrutando de ese tipo de acto más calmado y sosegado que de normal. No fue hasta que el orgasmo ahogado de la chica llegara a los oídos de Violeta que se decidió a parar, sudando por cada poro por el esfuerzo y dejándose caer sobre su pecho desnudo.

Letra y Música - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora