Buenas noticias

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Martin consigue aparcar su coche cerca de la casa de Chiara, donde han decidido que se quedarán Ruslana y él, mientras Violeta y la menorquina se quedarán en la casa que la pelirroja comparte con Denna y Salma. Algo que pone un poco nerviosa a la motrileña, pero que cree que puede ser una nueva oportunidad para arreglar las cosas con Salma, si es que ella está por la labor.

Entran a la casa de la morena, y Martin y Ruslana comienzan a fisgonear alrededor, curiosos por cómo su amiga tiene organizada la estancia.

-Cómo se nota que Violeta pasa aquí más tiempo que en su casa. - Comenta Ruslana con sorna.

-¿Por? - Pregunta con el ceño fruncido Chiara, que mira qué hay de comida en el frigorífico y en los muebles de la cocina, asumiendo enseguida que tiene que ir a hacer la compra en caso de querer comer algo en casa.

-Porque esto está demasiado ordenado. - Lee la mente de su amiga Martin, que ríe y guiña un ojo a Violeta.

-¡Oye! Que no soy tan desastre... - Pone la menorquina un puchero.

Violeta se acerca a ella y coloca sus manos en sus mejillas para acercar su rostro y darle un beso tierno.

-Sí eres un poquito, amor, pero no pasa nada.

Chiara asume la derrota ante las burlas de sus amigos, que vitorean que la pelirroja esté de su parte. Les muestra el resto de la estancia y les explica dónde encontrar todo lo que puedan necesitar durante sus días allí.

Prepara una mochila con lo que necesita llevar a casa de Violeta. Algo de ropa, su cepillo de dientes, su libreta de composición, ya que nunca se sabe cuándo puede asomar la inspiración, y, con su mochila al hombro, está lista para irse de la mano de la motrileña.

-Chicos, venimos ahora a recogeros y vamos a cenar juntos.

-He avisado a Denna, Álex y Juanjo. - Dice Violeta con ilusión. - ¿Te llevas la guitarra? - Pregunta extrañada cuando ve a Chiara coger la funda con su guitarra del salón.

-Claro. ¿Cómo te voy a tocar sino una canción romántica de esas que te gusta escuchar después de hacerlo?

La mandíbula de Violeta cae fuertemente y su rostro se pone rojo, mientras Ruslana, Martin y Chiara estallan en una fuerte carcajada. La pelirroja pone una sonrisa de lado, tratando de salir del paso.

-Ya te la devolveré, ya...

Se despiden brevemente de Ruslana y Martin y salen de la casa, oyendo un último grito de la ucraniana antes de cerrar la puerta.

-¡Oye, no os paréis a tocar la guitarra ahora, que tengo hambre!

Ambas ríen al escucharla y se dirigen a casa de Violeta. Caminan de la mano, relajadas, disfrutando de la suave temperatura y de la leve brisa que corre.

La motrileña abre la puerta de su casa y deja pasar a Chiara, que hace un breve escaneo del salón. Se topa con la mirada de Salma, que la mira con expresión neutra desde el sofá.

-Hola. - Saluda con su mano, un tanto inquieta. Estar cerca de alguien a quien sabe que le cae mal siempre la pone nerviosa.

-Hola. - La cara de Salma es algo seria pero capta un deje de tristeza en su voz.

Violeta se tensa un poco, pero se relaja al ver que Salma no parece tener intenciones de volver a montar ninguno de sus numeritos. Su mirada es algo tímida y hasta podría afirmar que parece mostrar algo de vergüenza. Saluda con su mano y le sonríe levemente, a lo que su amiga responde con una medio sonrisa que suaviza su expresión.

-Vio, ¿podemos hablar? - Pregunta Salma.

La pelirroja asiente y mira a Chiara por un segundo, pidiéndole un momento a solas con su amiga. Pero no hace falta, porque la menorquina, que ya ha entendido que ambas amigas necesitan algo de intimidad para hablar, agarra la maleta que su chica trae consigo y se dirige hacia su habitación, cerrando la puerta tras ella.

Letra y Música - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora