Crítica

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Cuando Chiara cae inconsciente, el mundo de Violeta se viene abajo. Todo empieza a pasar a gran velocidad, pero para ella todo ocurre a cámara lenta. Es como una sensación de vértigo que se instala en su cuerpo. A su alrededor hay mil estímulos que luchan por sobreponerse a los demás.

Sus manos acarician la cara de la menorquina, buscando desesperadamente la manera de despertarla. Intenta mover su cuerpo, pero su peso muerto se lo impide, por lo que se conforma con abrazarla contra su pecho mientras sigue pidiendo ayuda a gritos y las lágrimas no le dejan ver ninguna imagen nítida.

Un hombre de seguridad sujeta a Paula, que trata de zafarse de su agarre inútilmente mientras mantiene un pañuelo ensangrentado contra su nariz, mientras otro es informado por Álex de lo que ha ocurrido, pues el chico es el que se encuentra en el estado más sereno del grupo de amigos.

Ruslana grita todo tipo de insultos y amenazas hacia Paula, consiguiendo que Martin, que la mantiene agarrada cerca de él, trate de calmarla, aunque el estado de shock en el que él mismo se encuentra tampoco le permite tener mucha fuerza para hacerlo. Ante el arrebato de la ucraniana y la conmoción del vasco, es Juanjo quien se encarga de cuidar de los dos, sacando fuerzas de donde no creía tenerlas, pues también está sufriendo al ver la escena que su amiga pelirroja está viviendo.

Denna se acerca a Violeta y se abraza a ella, que a su vez sigue abrazada a Chiara, y acaricia su espalda, tratando de darle un poco de paz en mitad del caos, aunque sea consciente de que es inútil. Ambas sollozan, y la rubia puede escuchar perfectamente cómo la motrileña no para de susurrar frases con voz rota a una Chiara que no puede escucharla, lo que rompe su corazón en pedazos.

-No te duermas, quédate. Kiki, despierta, por favor. No me dejes. Amor...

En algún momento, la música para, las luces se encienden, y el antro empieza a desalojarse. Pero ni siquiera nada de eso es perceptible para la motrileña. No tardan en aparecer varios policías en la escena, que tratan de comprender la situación hablando con el personal de seguridad. Uno de ellos se acerca a Paula y la esposa, llevándola fuera del local.

El grupo de amigos empieza a ser consultado sobre lo ocurrido, comenzando así una ronda rápida de declaraciones e intercambio de informaciones que Violeta no puede escuchar desde donde está, pues su mente sigue centrada en el cuerpo de Chiara y en el terror que siente.

Unas manos intentan apartarla y alejarla de la ojiverde, y reacciona intentando quitárselas de encima y aferrándose con más fuerza al cuerpo de su chica entre sollozos. Denna intenta apartarla también, acariciando suavemente su brazo.

-Vio, ha llegado la ambulancia. Suéltala, tienen que verla.

Solo ante esa información, la motrileña consigue aflojar su agarre sobre su chica, apareciendo entonces ante ella varios cuerpos que rodean a la menorquina. Denna la separa unos metros del sofá, dejando así espacio a los profesionales para trabajar. Violeta llora sin cesar y se tapa la boca con sus manos mientras ve cómo los sanitarios tratan de ayudar a su chica, que luce inerte.

Uno de los trabajadores de emergencia empieza a montar una camilla y entre todos consiguen colocar a Chiara sobre ella.

-Vamos al hospital. ¿Alguno de vosotros la quiere acompañar?

Violeta asiente frenéticamente y sigue a los sanitarios fuera del local. En el camino, Ruslana se acerca a ella para entregarle su bolso y el de Chiara, los cuales Violeta se cuelga al hombro y finalmente se deja acompañar por Denna, que se tensa tanto como ella al notar a Salma acercarse hacia ellas.

-Vio... No tenía ni idea. Lo siento...

-¡Salma! Ya está bien. No es el momento. - La corta Denna con rabia. Es consciente al igual que Violeta que es probable que su relación no tenga vuelta atrás después de esto. Al fin y al cabo, antepuso sus propias ideas una vez más en lugar de escuchar las súplicas de Violeta.

Letra y Música - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora