El viernes de Chiara ha sido algo extraño. Siempre que se imaginó el día de la salida de su primer single, pensó que sería un día lleno de emociones positivas, de sentirse orgullosa y emocionada por la acogida que pudiera tener, viéndose rodeada de su familia y sus amigos en un ambiente de celebración. Sin embargo, a pesar de los primeros nervios en la mañana, con el pasar del día su humor se ha ido volviendo triste. Le falta su familia, que desde Menorca han mandado sus ánimos y se han mostrado orgullosos de lo que la morena está consiguiendo, habiendo recibido las llamadas de sus padres y sus hermanos. Le faltan sus amigos, que desde Madrid están asombrados de la buena acogida que parece estar teniendo la canción y no paran de publicarlo en sus propias redes sociales. Le falta su grupo de amigas de Menorca, que al igual que Martin y Ruslana, no han parado de mandar mensajes en todo el día. Pero sobre todo, le falta ella.
Cuando la canción se publicó, le dio unas cuantas escuchas tumbada en su cama. Pero con cada reproducción, la melancolía se ha apoderado más y más de ella al prestarle atención a la letra, a lo que le hace sentir y a la situación con Violeta. Se ha abierto en canal con una canción que espera que la chica escuche en algún momento, aunque solo sirva para que entienda que se arrepiente de lo que ocurrió y acepte su perdón. Pero se siente completamente desanimada, pues la idea de recuperarla de alguna manera se ha diluido poco a poco con el paso del tiempo en el último mes. Porque quizá lo mejor sea que se queden así las cosas, y que Violeta pueda ser feliz con Natalia, o con quien ella quiera. Porque tal y como dice su canción, ella no le hará ningún bien. Se ha equivocado muchas veces antes, ¿quién le asegura que no volvería a caer en sus mismos errores una y otra vez? Si algo no se podría perdonar es volver a hacerle daño.
Ni siquiera ha sido capaz de estar muy pendiente de las reacciones de sus fans en redes sociales, aunque su móvil echa fuego y no para de recibir nuevas notificaciones de seguimiento tanto en Twitter como en Instagram, así como menciones, etiquetas y comentarios. Pero todo eso puede esperar al día siguiente, pues no se ve con fuerzas ni ganas de enfrentarlo ahora.
Se ha entretenido desde entonces al piano, aunque todas las canciones que le ha nacido tocar y cantar son del mismo estilo y su casa ha cogido un tinte melancólico que no es capaz de parar, pues es como se siente su corazón. Tampoco ayuda la tormenta, que ha teñido el cielo de un negro más oscuro que el de otras noches, y que puede ver desde el ventanal de su salón.
Un sonido repetitivo en la madera de su casa la alerta de la llegada de alguien. Le extraña que alguien esté llamando a su puerta ante el temporal que hace, por lo que se levanta del banco de su piano con cautela y casi arrastrando los pies llega hasta la misma para girar el pomo y abrirla, apareciendo así una figura en la oscuridad de la calle que le provocan un fuerte vuelco al corazón.
Violeta. Delante de ella. Totalmente empapada por la tormenta, y tiritando por el frío, pues solo lleva una camiseta de manga corta y un pantalón de chándal que han calado completamente. Su pelo, pegado a la cara por el agua. Los ojos de Chiara, abiertos de par en par, encuentran los de la pelirroja, aunque la menorquina es incapaz de leerlos.
-¡Violeta! ¿¡Qué haces fuera en plena tormenta!? - Tras un breve momento de desconcierto, Chiara tira del brazo de Violeta para meterla en su casa, cerrando la puerta tras ella para evitar que se cuele el fuerte viento. - ¡Dios, estás chorreando! Voy a por una toalla.
Sale disparada hacia su habitación, donde coge una toalla de su cómoda y corre de vuelta al lado de la pelirroja, que sigue totalmente congelada donde la dejó, con la mirada perdida en algún punto del suelo de la morena, donde ya hay un charco de agua.
Chiara se acerca veloz a ella para ofrecerle la toalla, pero Violeta la frena antes de que consiga su objetivo, poniendo distancia entre ellas tal y como ya hizo la última vez que se vieron. El pecho de la motrileña sube y baja con irregularidad, por una mezcla entre el cansancio por haber corrido todo el camino desde su casa y los nervios que siente. La menorquina, confundida por el gesto, baja la mano donde sujeta la toalla, dejando que ésta arrastre contra el suelo.
ESTÁS LEYENDO
Letra y Música - KIVI
RomanceChiara, una cantante y compositora emergente, se muda temporalmente a un pequeño poblado en busca de inspiración para su primer disco. Violeta, una joven escritora bastante conocida, está viviendo una crisis de escritora que se verá solucionada por...